miércoles, 8 de diciembre de 2010

MONOGRAFIAS SOBRE CORPOREIDAD


EL CUERPO EN LA VEJEZ
Beltramino, Mara- Cortese, Victoria- Waigel, Fany

El tiempo pasa, no se detiene, va acompañándonos en cada minuto, en cada instante, va dejando su huella, sus marcas, difícilmente borrables. El pasado quedo en el tiempo, y el presente es su fruto, el aquí y el ahora que se define por ese pasado que a su vez se redefine constantemente. Por mas que nos cueste pensarlo, envejecemos cada día. Hoy no soy igual que ayer ni que hace un minuto atrás. Este envejecimiento dependerá de cómo hemos vivido nuestra vida, por tanto será diferente para cada persona. También estará influido por factores biológicos y sociales que interactuaran continuamente ya sea de forma positiva o negativa sobre el individuo. Cuando hablamos de factores biológicos, nos referimos a los cambios que afectan a los aparatos, órganos o sistemas que empiezan a hacer más prominentes durante la vejez. Dichos cambios se manifiestan en la apariencia física, arrugas, canas, deformaciones y en las respuestas motoras e intelectuales que son cada vez más lentas y torpes.
El problema esta en el significado que cada uno otorga a esta influencia del tiempo en su cuerpo como así también cuales son las miradas que atrae el mismo, la repercusión social que tiene, ya que somos en sociedad y esta nos autodetermina.
Es un hecho el que la sociedad no valora y discrimina estigmatizando al viejo, al cuerpo del viejo. Es un sentimiento de rechazo el que se genera al pensarlo o verlo. Por tal motivo es un tabú pensar en ello y por tanto prepararse para esa etapa. Así quienes van envejeciendo no pueden ver la vejez como un estadio positivo por lo cual ellos mismo se automarginan y discriminan.
Pero ¿cual es el papel del cuerpo en estos momentos, en este correr del tiempo? El cuerpo nos acompaña en cada instante, esta allí en nosotros, no junto a nosotros. Yo soy mi cuerpo y mi cuerpo soy yo. El cuerpo es aquel que nos permite relacionarnos, sentir, ver. El cuerpo es una construcción y con el construimos. Ahora bien, todos tenemos una imagen de este cuerpo, la cual la vamos construyendo a partir de las vivencias afectivas, relacionales y físicas. Si esta imagen coincide con la que el otro tiene de mi, producirá autoestima, posibilidad de evolución. Pero si por el contrario, se contradicen, generará una crisis personal y en consecuencia la falta de adaptación a la realidad. El problema no esta en la exteriorización del cuerpo, “pero el mapa no es el territorio”, el problema esta en la forma que interpretamos estos cambios, en el significado que le atribuimos.
Al pensar en un viejo, se nos viene a la cabeza la imagen de un cuerpo cansado, deteriorado, mas lento, más torpe y desagradable, el cual no encaja en lo más mínimo con la concepción de hombre joven, esbelto, precioso, activo y productivo de la post-modernidad. Al enfocarnos en la careta, nos olvidamos de que un cuerpo envejecido es también un cuerpo lleno de sensaciones, emociones, sentimientos, necesidades y por sobre todo, un cuerpo lleno de sabiduría. El problema reside en como el viejo interioriza esta modificaciones.
Es necesario asumir estas transformaciones de nuestro cuerpo como un momento evolutivo más que sufre nuestro cuerpo al llegar a la vejez, como un momento evolutivo más en el devenir de nuestra vida.
Actualmente por motivos diversos, el viejo solo siente su cuerpo por medio de las molestias que le producen las modificaciones propias de su edad. Estas modificaciones no las interpreta como tales y ello le impide buscar nuevas formas de utilización del cuerpo. El cuerpo viejo se convierte así en cuerpo sedentario y negado. Y, a quien sirve tales características? Si más que un bien, es una molestia, un estorbo, un improductivo que lleva en si todo lo indeseable de la cultura. No se observa en ellos juventud, seducción, trabajo, vitalidad. El problema es ¿que hacer con estos cuerpos? Como siempre en la sociedad todo aquello que fue un estorbo o molestia fue encerrado y privado de los derechos humanos.
Es así que a los ancianos se los ha ocultado y olvidado en instituciones de encierro. Ahí solo son trapos, objetos, cuerpos viejos e inútiles que ya no sirven más. Están depositados en el encierro, solo les queda esperar morir. Hablamos de objetos, porque no hay un sujeto que piensa, siente y/u opina, un ser que tiene una vida y una historia, sino por el contrario, hay una panza que necesita comer, intestinos que necesitan ser vaciados, partes que hay que higienizar.
Y la subjetividad? Y el deseo?
Es en estas condiciones extremas, en estos momentos donde todo lo que soy(o lo que no soy) gira en torno al cuerpo.
Es posible hablar por tanto, de un cuerpo transparente, ausente, que se diluye en el común vivir?
Lamentablemente no, es justamente en estos casos donde el cuerpo se hace cada vez mas presente convirtiéndose la supervivencia en la condición única de su cuerpo dejando de lado el resto de los rasgos que nos hacen humanos.
Pero, podrían adjudicarse estas situaciones limites únicamente a rasgos físicos, biológicos del cuerpo del viejo?
David Le Breton en su texto en Antropología del Dolor comenta que el hombre sufre de modos diversos y que esto incluye un dolor de tipo moral, relacionado con el alma. Este muchas veces lleva a la privación, evitación, al aislamiento. El autor sostiene que en estos casos se esta expresando implícitamente una demanda de amor, compañía, escucha. Frente a ello lamenta que sea el significado medico el que prime en el bienestar del sujeto olvidándose, como ocurre en las instituciones de ancianos, la subjetividad del ser, sus historias, sus valores, su self.
Desde Terapia Ocupacional se podría intervenir en este aspecto de la vejez, promoviendo una forma saludable de significar el envejecimiento y reencontrar el sentido de la vida. Proponiéndole un taller de estética, en donde los viejos se preocupen por su rostro, se maquillen, se peinen, lo que favorecería la vuelta al narcisismo normal, al que se habían ido separando al interiorizar el imaginario social, donde se considera a la vejez una etapa donde la seducción no existe. Por medio de este taller, se desea recuperar el sentido de identidad de los viejos que quedo “bajo las arrugas”. También ayudará a que las relaciones sociales de los ancianos vuelvan a tomar importancia. De esta forma se pretende promover un envejecimiento más saludable. Con ello colaboraría, por ejemplo, talleres de movimiento corporal a través de la realización de una gimnasia adecuada a su edad, caminatas, bailes, entre otros, generando así un sentimiento de bienestar y auto eficacia.
Es importante que esto se pueda realizar en las instituciones,( que haya TO) ya que lo que sucede es que el cuerpo queda olvidado en una cama, en un rincón, en una silla provocando una sensación de inutilidad, invalidez que reafirma lo que la sociedad piensa de la vejez.
Otro aspecto a tener en cuenta en las instituciones, es el de promover habitaciones más individualizadas y personalizadas. Que los viejos puedan acomodar sus propios espacios dando lugar a la subjetividad de cada uno, como así también a la reapropiación de lo que será su nuevo espacio cotidiano.
Conclusión:
La relación del viejo con su cuerpo, en tanto representante de los estereotipos de la vejez aparece cargada con la desvalorización, el rechazo o impresiones negativas como el “asco”. Esta forma de relación tiende a externalizar al cuerpo volviéndolo objeto, convirtiéndolo en organismos desagregado o llegar al punto de no conocerlo.
Por otro lado, sucede que el cuerpo es reducido a enfermedades y a la muerte generando con ello una perdida de la identidad o la incapacidad de sostener ideales de productividad y autonomía, lo cual produce un menoscabo frente a valores ideales que sostienen en buena medida aquella cuestión necesaria con la que se construye el si mismo. Toda la identidad requiere de una coherencia narrativa en concordancia con los relatos de su tiempo y los intereses del sujeto. Dicha coherencia puede llevar a que la violencia hacia la vejez en los propios adultos mayores produzca una externalizacion del cuerpo para salvar la identidad.
BIBLIOGRAFÍA:
Revista Espectáculo: Reseñas, críticas y novedades-Reseña de Pilar Vega Rodríguez, Universidad Complutense-David Le Breton, Antropología del dolor, Barcelona, Seix Barral, 1999.
David Le Breton, Cap. 5: Una Estesica de la vida Cotidiana
David Le Breton, Cap. 6: Borramiento Ritualizado o Integración del cuerpo
David Le Breton:, Cap.7: El envejecimiento intolerable: El cuerpo desecho.
Informes de Carpeta de Practica Profesional II, Mara Beltramino.

No hay comentarios: