miércoles, 8 de diciembre de 2010

MONOGRAFIAS SOBRE CORPOREIDAD



LA VIVENCIA CORPORAL DEL ESTRES
Allevi,Magdalena
Solé, Julieta

"Has de tratar al cuerpo, no como quien vive con él, que es necedad, ni como quien vive por él, que es delito, sino como quien no puede vivir sin él"

(Francisco de Quevedo)
Lo corporal es la percepción subjetiva del cuerpo integrado como totalidad, que manifiesta el “ser mismo” en muchos modos de sentirse, conocerse y desconocerse, de moverse, de estar, de expresarse. Este “modo de ser del cuerpo” se manifiesta, se comunica en todas las vicisitudes de la trama vital. En tal sentido, nuestro cuerpo esta propenso continuamente a experimentar distintas situaciones de cambio, a movilizaciones emocionales que según el modo en el que el sujeto las afronte puede devenir una situación de estrés.
En el presente trabajo abordaremos la temática de la corporeidad centrándonos en aspectos como la noción de integridad, lenguaje corporal y la importancia de la simbólica social en la construcción de la imagen corporal. Asimismo, tomaremos los aportes de D. Le Bretón acerca de la cotidianeidad y su influencia en la percepción del cuerpo.
Paralelamente desarrollaremos la problemática del estrés con todas sus manifestaciones sintomáticas ya sea a nivel orgánico como emocional y conductual. Finalmente, analizaremos su influencia en el cuerpo y la vivencia que el sujeto hace de esta experiencia.

Nociones generales acerca del Estrés.
El estrés es el conjunto de cambios físicos y psicológicos que tienen lugar en respuesta a un estímulo adverso, resultado de la interacción entre la persona y el ambiente. Es una respuesta natural y necesaria para la supervivencia que permite la adaptación a situaciones difíciles, de emergencia o retos, entre otras.
Es ante estas situaciones que el cuerpo humano responde activando el sistema nervioso y ciertas hormonas. El hipotálamo envía señales a las glándulas adrenales para que produzcan más adrenalina y cortisol y envíen estas hormonas al torrente circulatorio. Estas hormonas aumentan la frecuencia cardíaca, la frecuencia respiratoria, la presión arterial y el metabolismo. Los vasos sanguíneos se ensanchan para permitir una mayor circulación sanguínea hacia los músculos, poniéndolos en alerta. Las pupilas se dilatan para mejorar la visión. El hígado libera parte de la glucosa almacenada para aumentar la energía del cuerpo y éste, produce sudor para refrescarse.
Seyle (1978) describe dicha reacción del organismo al estrés como una respuesta general de adaptación que se produce en tres etapas:
1. Reacción de alarma: respuesta que prepara al organismo para enfrentar un estímulo o una amenaza (Se ponen en funcionamiento los distintos mecanismos fisiológicos antes mencionados).
2. Adaptación o resistencia: el organismo vuelve a su estado preexcitado y se recupera de los esfuerzos fisiológicos que ha llevado a cabo durante el estado de alarma.
3. Agotamiento: es una reacción a las demandas metabólicas constantes de la etapa de alarma. Se alcanza cuando la persona queda detenida en esta etapa o la atraviesa con mucha frecuencia.

Cuando funciona como es debido, esta reacción es la mejor forma para que la persona responda bajo presión. Pero la respuesta al estrés puede causar problemas cuando es extrema, se mantiene por tiempos muy prolongados o se da con una cierta frecuencia; es entonces cuando puede aparece el agotamiento y existe el riesgo de desarrollar una patología.
Son múltiples los agentes o circunstancias que pueden desencadenar una reacción de estrés entre los que encontramos: agentes físicos o ambientales como son el ruido, la escasa iluminación y ventilación o los contaminantes ambientales; acontecimientos vitales importantes por ejemplo, la pérdida de un ser querido, sufrir una inundación, vivir una guerra o cambiar de trabajo o de casa, entre otros; ser víctima de intimidación, estar expuesto a violencia o lesiones físicas; relaciones tensas; estar siempre apurado, no tener tiempo para descansar y relajarse, y estar siempre en movimiento; entre muchas otras.
Aquellas personas que se caracterizan por tener un estilo dominante y autoritario, extremadamente preocupados por el rendimiento y los resultados finales más que por el disfrute de las actividades y que consideran al cambio como una amenaza, son aquellas que experimentan una mayor predisposición a sufrir estrés. Por otro lado, aquellos que poseen rasgos de la personalidad que se asocian con la elasticidad, el pensamiento constructivo, el optimismo y el afecto positivo, tienden a obtener una respuesta estable y adaptativa ante situaciones de estrés.
A su vez, existen ciertos comportamientos como el alcoholismo, el tabaquismo o las drogas que pueden ser utilizados por el individuo en un intento de tratar el estrés, sin embargo, éstos pueden exacerbar los problemas, dado que son estrategias evitativas del sujeto que responden pasivamente (disminuyendo la ansiedad), pero no resuelven el problema. Es importante aquí, el apoyo social del individuo y el ambiente en el que vive, ya que existe un mayor riesgo de estrés en aquellos que presentan escasas o nulas interrelaciones y habitan un ambiente desprotegido.
Las ocupaciones también tienen un papel importante a resaltar, dado que pueden ser tomadas como un medio de descarga y eliminación de acontecimientos estresantes de forma de facilitar la generación de mecanismos de defensa maduros y ayudar a los individuos a tranquilizarse.
El cuerpo como simbólica social.
El cuerpo es el lugar donde se expresa la conducta y donde todas las conductas son posibles. Pero la conducta humana tiene múltiples disfraces y se da simultáneamente en todas las manifestaciones de la que el ser humano es capaz. Es disparada por distintas sensaciones: las que provienen de los sentidos especiales (vista, oído, olfato, gusto y tacto), las sensaciones interoceptivas (del interior del cuerpo) y aquellas que provienen de otros cuerpos (caricias, miradas, rechazo, entre otras). Estas sensaciones permiten conocer el mundo y percibir nuestro propio cuerpo; y no quedan aisladas, sino que se integran en una representación simbólica de nuestro cuerpo, construyendo así nuestra imagen corporal.
Desde una visión antropológica, se entiende al cuerpo como una construcción social, como una forma de “ser - en el mundo” donde se expresa, muestra, encubre y oculta en un continuo intercambio con los otros. Las representaciones sociales fijan al cuerpo con un enfoque determinado en el seno del simbolismo general de una sociedad. En palabras de Le Breton, el cuerpo más allá de una realidad en sí mismo, es una construcción sociocultural; las representaciones del cuerpo y los saberes acerca de él son tributarios de un estado social, de una visión de mundo y dentro de esta última de una definición de persona.
Siguiendo con esta idea, el cuerpo entendido como entidad física nos es dado al nacer pero a través de los años se va construyendo un “cuerpo social”, resultado de la influencia de los medios de comunicación, la industria del ocio, expectativas culturales, entre otros. En la actualidad, el cotidiano posmoderno, con sus construcciones acerca de lo estético, lo ideal, la moda y el éxito, propone un modelo de cuerpo eternamente joven; se pretende entonces, mantener la belleza, la “frescura”, la eficacia, la destreza y competencia que caracterizan a la juventud. Este modelo, representa para muchos una utopía dado que, cada etapa de la vida caracteriza al cuerpo de una manera particular, dotándolo de rasgos, condiciones y formas propias; muchas veces alejadas de la “ideal”. Ante esto, la persona puede experimentar frustración o una necesidad inminente de lograr y vivenciar ese cuerpo anhelado llevándola a situaciones agobiantes, perturbadoras y que resultan estresantes.
Es por esto que nos preguntamos… ¿Que relación existe entre el cuerpo y el estrés? ¿Se limita este último sólo a síntomas fiscos? ¿Es sólo este ideal de cuerpo el que provoca este tipo de respuesta? ¿O existen más situaciones que generen este malestar en la persona?...
A continuación, utilizaremos estos interrogantes como guía para responderlos en un análisis más exhaustivo.
La vivencia corporal en el Estrés.
Como se ha mencionado anteriormente, el estrés es un conjunto de cambios físicos y psicológicos que surgen de nuestro cuerpo ante determinada situación y a su vez, repercuten en la vivencia corporal, generando malestar. Esto es una respuesta normal, siempre y cuando no sea extrema, no se mantenga por tiempos muy prolongados ni con mucha frecuencia ya que es entonces cuando puede desarrollarse la patología.
Para cuidar la salud, es importante “escuchar” la corporeidad. El lenguaje del cuerpo es psicosomático, las palabras con las que expresamos nuestras sensaciones parten de experiencias corporales, entonces, es imposible comunicar sensaciones que no hayan sido hechas conscientes por el cuerpo. “A partir del momento en que tomamos consciencia de nuestra corporeidad, empezamos a ser conscientes de su lenguaje”.
El cuerpo experimenta lo que la persona no ha asumido conscientemente, el síntoma congela lo que no se puede expresar, los contenidos de la mente generan su contrapartida en un cuerpo que enferma; así la enfermedad es una búsqueda interna de equilibrio.
En el estrés, la posibilidad de palabra que tiene el cuerpo es el padecimiento a nivel orgánico, emocional y conductual. Las reacciones más comunes son cambios respiratorios, cardíacos, hormonales, digestivos, como así también sentimientos de resignación, angustia, nerviosismo, tensión, inquietud, irritación; además de dificultades en la toma de decisiones, pérdida de habilidades, alteraciones en el trabajo y dificultades en mantener la concentración. Es en este momento cuando “se hace presente el cuerpo” y es percibido conscientemente por el sujeto.
En nuestra vida cotidiana, la repetición de las mismas situaciones y la familiaridad de las percepciones sensoriales, contribuyen al “borramiento del cuerpo”, es decir, a percibirlo como “invisible” y a no prestar atención a los aspectos objetivos de la acción. Sin embargo, esta cotidianeidad que provoca la “ausencia” del cuerpo no es permanente, sino que en momentos de crisis como el estrés, el sujeto se da cuenta de la presencia de su cuerpo con sus consiguientes dolencias.
La clave para afrontar esta situación de forma saludable y adaptativa sería el “escuchar estos ruidos”, reflexionando acerca del por qué de estos cambios: ¿Por qué me duele la cabeza en todo momento? ¿Por qué será que siempre estoy cansado? ¿Por qué me estará doliendo tanto el estómago?, etcétera.
Este modo de responder al estrés no sólo depende de los agentes o circunstancias causantes, sino que también influyen otros factores como la personalidad, los comportamientos, el apoyo social, las ocupaciones y factores socioculturales que acompañaron al sujeto durante toda su vida y contribuyeron a la construcción de su cuerpo como simbólica social.
En síntesis, queremos resaltar el poder comunicativo del cuerpo, es decir, la importancia de escuchar y entender su lenguaje, dado que continuamente está expuesto a situaciones estresantes. De esta manera, el cuerpo es la residencia donde se alojan los mitos familiares, el trabajo excesivo y sus malas condiciones, las demandas domésticas, nuestras propias exigencias, junto con la necesidad de pertenecer y adaptarnos a los modelos sociales ubicándolo en una situación de vulnerabilidad.

Conclusión.
En el marco de la vida cotidiana posmoderna el cuerpo se encuentra inscripto en la trama rutinaria de las actividades diarias en donde se fragmenta y funcionaliza en cuerpo-mano, cuerpo-ojo, cuerpo-boca, cuerpo-mente, etc.; perdiéndose, de este modo, la dimensión de la integridad y unidad de la experiencia corporal.
Lo corporal, como totalidad entonces, debe ser considerado en todas y en cada una de las situaciones a las que nos enfrentamos día a día. Es el escenario en el que se desarrollan nuestras conductas y, al mismo tiempo, el actor principal de nuestra trama vital; representa nuestro modo de ser en el mundo.
Desde la Terapia Ocupacional sabemos que el cuerpo es el que nos permite nuestro desempeño ocupacional, y a su vez, la ocupación lo modifica. Por lo tanto, sostenemos la importancia de su cuidado, llevando un estilo de vida saludable que promueva un bienestar tanto físico como mental, social y emocional.

Bibliografía.
• Apuntes de Cátedra:
- “Lo corporal: el cuerpo como comunicador, vehículo de emociones”
- “Diálogo con lo corporal: el diálogo como encuentro. Aproximaciones a la relación profesional de la salud-paciente”
• GORDON MUIR GILES (2005) “Willard & Spackman. Terapia Ocupacional.” 10° edición. Editorial Médica Panamericana. Cáp. 30 Sección VIII.
• KESSELMAN, Susana. “El pensamiento corporal”. Paidós. Barcelona. (1990).
• LE BRETON, David. “Antropología del cuerpo y modernidad”. Editorial Nueva Visión.
• LE BRETON, David. “Antropología del dolor”. Seix Barral. Barcelona (1999)
• Páginas de Internet:
- http://kidshealth.org/teen/en_espanol/mente/stress_esp
- http://es.wikipedia.org
- http://saludparati.com/estres
- http://blog.casapia.com
- http://www.sht.com.ar/archivo/diario/cuerpo.
- http://www.scribd.com/doc
- http://www.vidaysalud.com

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