Depresiones y terapia sistémica-
Interpsiquis 2001- Haza Duaso, González Jiménez
La
depresión es un constructo con múltiples significados que se atribuyen desde el
ámbito psicológico y psiquiátrico, pero también desde el filosófico, literario
y sociocultural. En la depresión se refleja el devenir humano, la historia de
las relaciones de la psiquiatría con otras ciencias que podemos denominar
limítrofes, de las que "han bebido abundantemente", y a las que, de
diversas maneras, "han alimentado" a través del tiempo. En las múltiples "caras" de la
depresión observamos un mismo trasfondo: la tristeza, como la
incapacidad para disfrutar de las "cosas de la vida" y sobre todo,
para "construir" un futuro. La persona depresiva "no tiene
futuro", sólo tiene un presente y un pasado, que constituyen una historia
congelada, su historia de la depresión.
El Terapeuta debe ayudar a abrir puertas a
un futuro en el que la historia dominante (depresiva) se diluya ante la
llegada de pequeñas e insignificantes historias o acontecimientos que generen
relatos encaminados a un futuro libre de la dominancia de la enfermedad,
sin rechazar la historia del individuo, ni del sistema en el que desarrolla su
existencia (individual, familiar, social y cultural). Esto significa prestar
atención a los recursos, lo que supondrá, inicialmente cierto distanciamiento
de diagnósticos médicos y psicológicos
tradicionales. Funcionaríamos como "consultores" de personas
competentes, más que terapeutas, para crear un discurso y un efecto de
esperanza y eficiencia en quienes nos consultan.
Cuando
hablamos coloquialmente y decimos que alguien está deprimido, nos estamos
refiriendo a nuestra percepción de la expresión de un sentimiento, al que
siempre añadimos una explicación o atribución, que pueda dar cuenta del porqué
de esa "actitud". Cuántas veces hemos hablado de personas, que
expresan sentimientos, pensamientos o actitudes de tipo depresivo,
refiriéndolas como víctimas de alguna experiencia vital desagradable. Esto es
algo que se ha incorporado abiertamente a nuestro bagaje individual y
sociocultural.
Desde los
modelos psicoterapéuticos se presentan diversas explicaciones
etiopatogénicas de la depresión.
El paradigma psicodinámico
centra su explicación en historias de pérdidas, separaciones, elaboración de
duelos.
La Terapia Cognitiva Conductual parte de características de la organización de la
personalidad, de modos y formas del pensamiento y de modelos experimentales
como la indefensión aprendida.
En el modelo relacional
toman sentido pautas interaccionales y comunicacionales como "el interés
cuidador" del cónyuge sano, las relaciones conyugales incongruentes
(víctima / victimario), describiendo el sistema familiar como caracterizado por
escasos intercambios interactivos con el exterior, y dentro del propio sistema,
las escasas interacciones, consistentes fundamentalmente en actitudes punitivas
o de reproche
Todas
estas explicaciones de la depresión son precisamente eso, construcciones
teóricas e hipotéticas de lo que observamos cuando ante nosotros tenemos un
individuo deprimido. El riesgo de estas
visiones es la posibilidad de que se conviertan en "realidades
observables", rígidas y que anticipen las cualidades y cantidades medibles
de aquello que tenemos ante nuestros ojos, confirmando nuestras visiones
apriorísticas y dirigiendo nuestra actuación hacia intervenciones que enajenen
a los pacientes de sus propias historias, así como de sus posibilidades de
creación en el encuentro terapéutico de historias alternativas. Todo esto nos lleva a considerar la
importancia de la relación terapéutica y de la coparticipación de P /familia/ T
en el encuentro terapéutico, donde co-construimos y co-diluimos múltiples tipos
de depresiones en múltiples encuentros.
Cada "depresión" tiene una historia propia, personajes y actores
únicos que toman sentido en el encuentro terapéutico y por tanto es importante
descubrir dónde están los anclajes de las descripciones de la realidad (
"depresiva"), que tienen los personajes para poder cambiar dichas
descripciones.
Intentaremos relacionar tales descripciones o situaciones depresivas con
los aspectos evolutivos, históricos (individuales y fliares) y complejos
(narrativas) que les dotan de sentido. Para ello hemos distribuido las
"depresiones" a lo largo de un continuum de hipótesis o
metáforas-guía que pueden resultar útiles para planificar nuestras
intervenciones con clientes deprimidos y su entorno. Iremos en nuestro
recorrido desde la utilización de las crisis (cómo se presentan a la terapia),
pasando por "juegos interaccionales y evolutivos", hacia
construcciones más complejas en las que necesariamente se ha de tener en cuenta
el pasado, presente y futuro, la historia individual y familiar, mitos y
vivencias individuales, que influyen de manera determinante en la narración
sintomática (historia dominante, narrativa saturada por el problema), pero que,
a un tiempo, permiten en el encuentro terapéutico abrir posibilidades y
alternativas de futuro ("tan negado por su inexistencia u oscuridad"
en los depresivos).
1-Las depresiones inesperadas o crisis depresivas,
en las que la pérdida del objeto (real, imaginario o fantasmático), se produce
de manera abrupta e incomprensible. Aquí podrían entrar los trastornos por
estrés postraumático, trastornos adaptativos en los que se crean narrativas en
las que la pérdida tiene gran fuerza e intensidad por la cercanía. Sabemos por
experiencia que son momentos en los que los deprimidos presentan una gran intensidad
emocional en relación con la "pérdida, separación...", y en los que
se puede trabajar terapéuticamente hacia una integración de la crisis en el
proyecto vital futuro. Sin embargo hay casos que evolucionan hacia una
intensificación continua de la historia de la pérdida y aspectos relacionados
con ella, convirtiéndose en historia dominante para el deprimido y para los
familiares.
"Un día salió de casa y no
volvió..."
Mujer de 40 años. Casada, con dos hijas y un
hijo. Un día su hijo salió de casa y no volvió. Murió de un accidente de moto.
Ella decidió que donaran sus órganos. Se siente triste. Llora continuamente por
la pérdida de su hijo. Con el paso del tiempo y algunas entrevistas, va tomando
conciencia de que tiene que ocuparse de su familia. Nada ni nadie va a
devolverle a su hijo, pero nadie va a quitarle los buenos recuerdos que tiene
de él. "Además estoy orgullosa porque sé que cuatro personas viven hoy
gracias a él". El marido no ha aceptado la pérdida, se rebela contra todo.
"Algo se ha roto dentro de él". Las hijas echan de menos a su
hermano. De vez en cuando hablan de él, de las cosas que decía y hacía. Siempre
en ausencia del padre. Es un caso de duelo, la pérdida es real y grande, así
como inesperada, pero se produce una integración de la crisis en el proyecto
vital. Existe nostalgia, pero no podemos hablar de melancolía.
II. Las depresiones en el ciclo vital,
pueden tomar en el inicio formas de crisis depresivas, pero luego evolucionar
hacia estados depresivos. Son aquellas que se producen en relación con la
transición entre etapas del ciclo vital y acontecimientos inherentes a éstas
(que no obstante pueden ser inesperados). Son "previsibles pero no se
pueden evitar" Todas las problemáticas de depresión que puedan surgir aquí
estarán en relación con dificultades de adaptación del individuo y de la
familia. Surgirán narraciones de tipo depresivo en las que posiblemente
"cualquier tiempo pasado fue mejor" o "cualquier tiempo pasado
fue peor" de cualquiera de ambas maneras puede estancarse el proyecto
vital individual y familiar. Es distinto
el caso de quien contempla con sentimientos de tristeza y soledad la situación
de “nido vacío” después de una vida familiar fecunda y buena relación de
pareja, que la de encontrarse sin los hijos,
contemplando las dificultades conyugales de toda una vida y sin
proyectos
"Me siento sola..." Mujer
de 45 años, casada hace 25, con dos hijos (una hija y un hijo). Su matrimonio
no ha sido todo lo bueno que ella hubiera deseado. El responsable de ello es su
marido. Los hijos se están emancipando. "Los echo mucho de menos". Su
marido sigue haciendo su vida de siempre. Siente grande la casa, su trabajo no
la motiva. Se pasa el día llorando, se siente sola, triste y desamparada. La
vida no le dice nada, no ve salidas. "No tengo a nadie". Sin embargo
lo que parece una crisis depresiva en el ciclo vital, se complica. Hace un
intento de autolesión. Su tristeza y desinterés por las cosas se torna en
rabia. Achaca todos los males a su pasado "duro", con su familia de
origen y su matrimonio. Quiere separarse, pero no puede. Tras el intento, la
hija ha venido a cuidarla. "Desde siempre mis padres han estado como perro
y gato". "Se pelean y mi padre me llama diciendo que va a marcharse
de casa, y que yo tengo que ir a cuidarla". En la entrevista a la pareja
todo son recriminaciones, se echan en cara todo lo que pueden, discuten
amenazan... hasta que ella llora, se hace un silencio, llega la calma y
preparación para el siguiente "asalto". Esta crisis depresiva en
relación con el ciclo vital, se inserta sobre una situación estructural
III. Las depresiones estructurales, que
toman la organización de estados depresivos. Se repiten ("o nunca terminan
de remitir") sin que ya nadie sepa los motivos ni siquiera intente
comprenderlos, hasta el mismo T que huye de tanta pelea, amenaza, discusión y
tristeza (en las mujeres), y tanto alcohol (en los hombres). El otro siempre
tiene la culpa, hay una víctima y un victimario (se puede observar la
incongruencia jerárquica). Por supuesto ambos piensan que el otro debe de dar
el primer paso. Pero el miedo es tal que ninguno se atreverá a darlo. La vida
no tiene sentido y cíclicamente terminan sus escaladas simétricas con
"amenazas, gestos o intentos autolíticos". Es el campo propicio para
la depresión llamada neurótica o distímica ( el rótulo condiciona la definición
y ésta al rótulo). A nivel relacional de la pareja y de las familias de origen,
es frecuente la existencia de triángulos de tipo manipulatorio que constituyen
el anclaje fundamental para las depresiones estructurales: "Cuando las
pérdidas, duelos, separaciones se asocian directamente o indirectamente a
situaciones de triangulación manipulatoria, la tristeza se convierte en
depresión, y deviene en un elemento relacional" No necesariamente se presenta esta situación
en parejas, también puede darse en personas solteras con depresión en las que
la narración, en muchas ocasiones, se hace tan dominante que se confunde con la
identidad. La primera aproximación terapéutica debe consistir en evitar esa
confusión, y para ello la herramienta fundamental a utilizar sería fomentar el
paso de historias dominantes de claro matiz individual a historias en las que
se abra el campo relacional, creando posibilidades de verse, a través y con los
demás de manera diferente, y formar así historias alternativas que surgirán de
pequeñas microtransformaciones narrativas, y que se irán amplificando y
consolidando a nivel histórico-relacional.
"Distimia y alcohol" Acuden a consulta en pareja. Así han ido a todos los sitios desde que se casaron "contra viento y marea". Al principio fue todo bien, tuvieron que luchar para subsistir. Ahora han alcanzado un nivel socioeconómico desahogado, tienen un hijo de 10 años, y viven en su "tierra de siempre" con sus familias cerca. Tienen problemas. Él bebe y cuando más embriagado está se vuelve vociferante y autoritario. Ella se angustia, se vuelve irritable, le persigue por los bares y le recrimina en público su conducta. El no se encuentra a gusto, si no bebe se convierte en su ser taciturno, acobardado, triste y huidizo del contacto con la gente. Se encierra en su casa, llora por su impotencia y abandona todas sus tareas habituales. No necesita que le cuiden, sino que le dejen en paz. Cuando bebe se convierte en déspota, se enfrenta a todo tipo de situaciones, se siente capaz... pero después se siente culpable. Su mujer se lo recrimina, y él no consiente en eso, se irrita, bebe, se va de la casa... hasta que todo llega a ser insostenible. En ese punto buscan a alguien, abuelos, psicólogos, psiquiatras. Él es el agresor y ella la víctima. Llega la calma cuando todo amenaza con romperse otra vez. Vuelta a empezar. Ambos hacen buenos proyectos futuros. El dice que nunca se vio reconocido por sus padres, no aceptaron su matrimonio. Ahora aceptan a su mujer dado que el se degrada más y más. Ella es su fiel compañera que le ayuda en su misión...
IV. Las
depresiones y la incapacidad con delegación de roles:
En determinados tipos de depresiones, en su inicio o bien a lo largo del
tiempo, la historia de incapacidad se prolonga. Se caracterizan por una total y
absoluta falta de capacidad para obtener placer y desinterés por el mundo. En
este caso, nosológicamente, podríamos hablar de muchos tipos de depresiones que
van camino de convertirse en "largas historias" individuales y
familiares que obligan a todos los personajes inmersos en la trama depresiva a
interpretar sus papeles de acuerdo con ella. En estas depresiones puede ser
determinante la existencia de la "triangulación imposible" Siguiendo a J. L. Linares: " Es el
efecto de la paternidad deteriorada que cuando se combina con una conyugalidad
armoniosa, presenta un frente de rechazo y exclusión que compromete seriamente
la nutrición emocional del hijo afectado. Y la carencia es tanto mayor cuanto,
precisamente, resulta imposible la triangulación dada la armonía que existe en
la pareja parental". Se puede
incluir en este grupo las depresiones mayores, las bipolares, recurrentes, y
algunas distimias de larguísima evolución (llamadas
"endorreactivas"). La faceta biológica toma especial relevancia con
la utilización de antidepresivos. El problema radica en que se utilicen como
única herramienta y de manera mecánica sin abrir espacios terapéuticos en los
que familia y deprimido puedan construir narraciones futuras alternativas en
las que la historia depresiva no sea dominante. A medida que se constituye el
cuadro y se prolonga en el tiempo los personajes del relato se adaptarán a sus
papeles, así tendremos al depresivo-incapacitado, al cuidador-protector, al
médico-terapeuta, etc...Tal vez estas sean las depresiones paradigmáticas en
las cuales, con distinta intensidad y calidad, encontramos características que
podemos ver en todas y cada una de las múltiples depresiones incluidas en el
"espectro depresivo".
“La
necesidad de ser cuidado.” Desde la adolescencia tiene
crisis depresivas. Se casó. Tuvo tres hijos. Sólo queda una hija soltera que
convive con el matrimonio. Salpicando su historia y la de su familia, aparecen
episodios depresivos de intensidad grave, incluso en algunas ocasiones con
sintomatología de orden psicótico. Casi siempre todos los intentos de abordaje
han sido médico-biológicos, con buenos resultados a corto plazo, pero malos a
largo plazo. La familia se ha ido configurando entorno a las crisis que cada
vez han sido " más largas y de mayor intensidad". Esta última va
durando hacia los dos años. No hace nada. Se siente triste, desesperada, con
miedo de todo. En la casa su hija menor, soltera, ha tomado las riendas,
renunciando a un trabajo para quedarse con loa padres y ocuparse del hogar.
Tiene un novio pero no piensa casarse aún. Todos están "cansados" de
esta historia. Quieren ponerle un final feliz, pero ya no se atreven a pensar
ninguno. Se conformarían con "un poco más de lo mismo". "Si la
depresión nos abandonara durante un tiempo..." Todos han aceptado sus
papeles: la depresiva desesperanzada que nada puede hacer, la hija que renuncia
sacrificadamente a su autonomía, el marido al que le ha tocado esta pena tan
grande, el médico que da pastillas para
que el sufrimiento de todos se palie un poco, y haga posible la espera de
tiempos mejores...
Las cuatro variedades descritas, pueden formar
un "continuum".
Pueden presentarse en relación con acontecimientos inesperados o del ciclo
vital y en la medida en que se van incorporando personajes a la historia
(familiares, sanitarios, socioculturales) pueden constituirse en estructurales
o incapacitantes. Dentro de las múltiples caras de la depresión, podemos
identificar aspectos que son comunes a todas ellas en lo nosológico, lo
interaccional-comunicacional, lo evolutivo, lo histórico, mítico y vivencial, y
en definitiva, en las narraciones sintomáticas.
Desde una perspectiva nosológica, podemos
hablar de la tristeza que inunda pensamientos y conductas del depresivo. Esta
es la manifestación emocional predominante (cuando no única), cerrando el paso
a otras manifestaciones del sentir humano. Otro aspecto fundamental es el
sentimiento de incapacidad que algunos asemejan al sentido por pacientes con
problemas físicos, expresada como la "incapacidad para desenvolverse como
antes de estar así"., señalada por el paciente y la familia No nos parece
casual que el recorrido de la depresión recurrente en todos los tratados
devenga hacia el empeoramiento progresivo de la sintomatología en los
episodios, con mayores dificultades para las remisiones totales. Quizá tenga
que ver con la predominancia de la historia depresiva o tal vez con el
consentimiento o acompañamiento por parte del entorno del depresivo o la
familia, que en vez de diluir la historia depresiva, la fomentan en virtud de
aspectos técnicos y objetividades, olvidando los aspectos relacionales y de
contexto, produciéndose un efecto de alienación e incapacitación que
reconfirmaría la historia depresiva. Se genera una dinámica relacional en la
que el entorno del deprimido reacciona inicialmente protegiendo, cuidando y
aconsejando, para posteriormente recriminar la falta de actitudes positivas y
de cara al futuro del paciente, responsabilizándole de su estado y confirmando
así al depresivo sus sentimientos de culpa, incapacidad y falta de interés por
la existencia.
El abordaje terapéutico en las depresiones
Quizás la primera maniobra terapéutica
consista en intentar desmontar la situación relacional anteriormente descrita,
"desresponsabilizando" al depresivo, a la familia y al entorno. Si
bien es una maniobra útil para desmontar la dinámica, y generar otras
posibilidades, no debe ser la única estrategia, ya que podría ofrecer una
explicación aceptable a lo ocurrido, con el riesgo de convertirse en generadora
de "otra historia dominante", que por una vía diferente, pudiera
generar la misma vivencia de incapacidad en el depresivo.
La consulta de las personas con sintomatología
depresiva, aún expresando síntomas similares puede ser muy diferente. Algunos
vienen solos, otros acompañados, unos por voluntad propia, otros "medio
obligados". Las motivaciones son distintas y los sentimientos y
sensaciones que despiertan en su entorno muy diversas, confirmando unos mapas
relacionales y un contexto ecosistémico peculiar. A esto añadimos el
"encuentro terapéutico" con la figura del terapeuta (elegido,
recomendado o simplemente "correspondiente"). Estos datos son
importantes en relación con el contexto depresivo, de tal manera que el
contexto influye en la sintomatología depresiva y ésta en el contexto, construyendo
"la realidad" que presentan al terapeuta.
Pensamos que en un primer momento, el
terapeuta, cuyo objetivo es "desmontar realidades" o "crear
otras nuevas", no debe enfrentar abiertamente esa "realidad",
sino manifestar su comprensión y apoyo a todos (paciente y familia), redefiniendo
conductas, sentimientos, pensamientos, en aras de conseguir la colaboración de
todos (teniendo en cuenta las posibilidades de cada uno de los miembros). En
esta etapa es importante transmitir información al depresivo y a su
familia, sobre los síntomas de la depresión, las maneras de reaccionar ante
ellos de los miembros de la red de apoyo cercana y de otras personas
significativas. Progresivamente será más fácil ayudarles a diferenciar que
pensamientos, acciones o emociones son inherentes a la depresión y cuáles
tienen que ver con la dinámica familiar en la que se crea o que crea la
depresión.
El
terapeuta puede y debe utilizar todas las posibilidades terapéuticas a su
alcance. La medicación, así como los aspectos médico-biológicos tienen especial
relevancia y puede definirse como ayuda. Si se la definiera como una solución,
tanto los efectos positivos como la ausencia de estos podrían generar historias
dominantes que sustituirían a la historia de incapacidad, pero que podrían
cerrar puertas a otras posibilidades terapéuticas. No cabe duda que muchas
veces además del efecto biológico-bioquímico indiscutible de la medicación,
esta puede ser utilizada para fortalecer la creación del sistema terapéutico y
estimular la confianza y colaboración de todos los miembros. Previamente a la
utilización de la medicación, es fundamental explorar que piensan los miembros
del sistema sobre su utilización e informar a estos de sus ventajas e
inconvenientes. Es útil abrir un "apartado" para debatir sobre las
vivencias y efectos en relación con ésta. La medicación puede ser útil e
imprescindible en ciertos casos, pero casi nunca definitoria, ni única
constructora de realidad.
Una vez creado y contextualizado el sistema
terapéutico, las metáforas o narraciones a construir (co-construir), serán
propuestas por la propia familia, y deberán adaptarse lo mejor posible a su
historia familiar (mitos, historias trigeneracionales...), sin descuidar las
historias individuales ( fantasías, vivencias...). Las diferentes narrativas
que pueden surgir en el encuentro terapéutico con el depresivo y familia
tendrán sus diferencias en relación con las posibilidades del sistema
construido, y se podrán adaptar a los tipos de depresiones que hemos agrupado,
de manera didáctica en cuatro variedades o "metáforas guía".
El trabajo
psicoterapéutico sirve para generar posibilidades narrativas de cara al futuro;
el objetivo final será la aparición de nuevos caminos para crear
"realidades alternativas", redefiniendo la situación como de
reflexión en búsqueda de nuevos "futuros", o dicho de otro modo, el
abordaje terapéutico es un encuentro de reflexión y de acción
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