miércoles, 27 de octubre de 2010

Depresion en los niños


La depresión es un trastorno que pueden presentar niños de cualquier edad. Desde los dos o tres meses, un bebé puede presentar síntomas predepresivos aunque es infrecuente en estas edades tan tempranas, no así en niños de mayor edad, y suele ser difícil de detectar. La detección de esta patología en la infancia tiene una gran importancia, primero porque el inicio precoz es uno de los factores que más inciden en su gravedad, y además la precocidad diagnóstica mejora el pronóstico de tratamiento y disminuye la incidencia en la vida adulta.
Es frecuente que los primeros síntomas pasen desapercibidos o se banalicen, ya que los pequeños tiene pocas habilidades para expresar lo que sienten. Las manifestaciones suelen ser variables y pueden emerger, desaparecer y reaparecer, ser distintas en casa y en la escuela. Los síntomas principales pueden ser: cara triste, retraimiento que se manifiesta en forma de rechazo a participar en juegos o en la clase, hablar poco y no relacionarse. Otras manifestaciones son la tendencia a la somatización, como dolor de cabeza, molestias en las extremidades, alteraciones del sueño, dificultades alimentarias. Otros síntomas relevantes son el aburrimiento, la tendencia al llanto inmotivado, cansancio, falta de apetito, irritabilidad -que en los niños, y a diferencia de los adultos, es más frecuente que la tristeza-. A estas señales de alarma aún podríamos añadir la tendencia a la culpabilidad, el pensamiento enlentecido y las dificultades de concentración, lo que fácilmente provoca una disminución en el rendimiento escolar. También debe pestarse atención a los accidentes reiterados y conductas autolesivas
Normalmente pensamos la niñez como un tiempo relajado para aprender y jugar. Puede ser difícil imaginar a un niño que no puede eludir los sentimientos de tristeza recurrentes, el no tener sueños para el futuro, o pensar que fuera mejor no haber nacido. Estos presentan riesgo de fracaso escolar, enfermedad física, delincuencia juvenil, abuso de substancias, y suicidio. Los problemas vitales pueden aumentar los factores de riesgo: migraciones, separaciones, transiciones, traumas. Vivir aislados en apartamentos hacinados y pasar poco tiempo con sus padres, sin espacios para jugar
La terapia tiende a ser menos verbal y más creativa, utilizando el juego y el arte. A veces, las familias son incluidas en el proceso para ayudar a todos a entender las conductas del niño y explorar nuevas formas de interacción. La terapia de grupo también se usa para disminuir sentimientos de ser "el único" y compartir el proceso de cambio. A veces puede ser necesaria la medicación. Finalmente, los jóvenes necesitan actividades diarias positivas como deportes, visitas al parque y al zoológico o museo. Es un hecho que el ejercicio físico regular es un componente importante para la salud, construye huesos, músculos y coyunturas fuertes y ayuda a controlar el peso, reduce el riesgo de presión arterial alta, colesterol y diabetes y mantiene la autoestima alta.. Los padres juegan un papel importante creando el disfrute y comprometiendo a sus niños al ejercicio con su presencia y su ejemplo. Caminar, visitar un parque cercano o simplemente poner música y bailar cambiará actitudes así como limitar el tiempo de la TV y la computadora

En 1945 R. Spitz describe, bajo el nombre de depresión anaclítica (anaclitic depression) el síndrome depresivo de la primer infancia. Es un conjunto de síntomas que aparecen en el primer año de vida como consecuencia de una brusca separación del niño de su madre por un plazo mas o menos largo y después de que se haya entablado un relación empática en esta pareja. El cuadro clínico es el siguiente: perdida de la expresión facial, de la sonrisa, mutismo, insomnio, anorexia, enlentecimiento del desarrollo psicomotor y perdida de peso. De todos modos se trata de una depresión reversible si al niño se le restituye la mama o el sustituto que suplante la carencia afectiva que generó este cuadro.

Los niños deprimidos han mostrado distorsiones cognitivas y déficits de habilidades cognitivas similares a los de los adultos deprimidos. Por ejemplo, déficits en habilidades interpersonales para la resolución de problemas, así como déficits en estrategias de autocontrol. Comparados con los no-deprimidos, realizan auto-evaluaciones más negativas y más auto-culpabilizaciones. También, como grupo, muestran más errores cognitivos, tales como catastrofismo, sobre-generalización, personalización y abstracción selectiva, y un estilo específico de pensamiento atribucional depresivo; es decir, que tienden a atribuir los eventos negativos a causas estables, globales e internas y los eventos positivos a causas externas, inestables y específicas
La ayuda terapéutica conviene ser planteada desde lo interdisciplinario, con énfasis en la intervención preventiva: promoción del desarrollo psicosocial en los primeros años de vida, estímulo a la parentalidad y a las potencialidades del bebé, potenciar los vínculos Es necesario precisar que es un trastorno susceptible de ser tratado con éxito, potenciand habilidades en un individuoque siente carencia de recursos y la imposibilidad personal de defenderse o suprimir situaciones de maltrato, generalmente por falta de respaldo social(quiebres afectivos, duelos, viajes, separaciones, aislamiento grupal) y debe reorientarse creativamente en su contexto

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