miércoles, 9 de diciembre de 2009

La Imagen sin cuerpo en la escena infantil actual


La Imagen sin cuerpo en la escena infantil actual
Autora: Virginia Torres
La realidad social actual marcada por la era tecnológica y de la información, nos plantea un cuerpo encerrado. La rapidez de los acontecimientos, no se traduce en rapidez de movimientos, éstos se han minimizado dejando el cuerpo atado a las pantallas. La lógica de la pantalla viene a plantear la comunicación virtual, donde la bidimensión da la apariencia de una realidad sin cuerpo y sin desplazamientos.
En este espacio y tiempo virtual lo central es la imagen, un espejo que en vez de reflejar los cuerpos, los absorbe. La imagen captura y provoca la fascinación fundamentalmente de los niños, ocupando un lugar central en sus vidas. El universo virtual o “ciberespacio”, permite a éste establecer una red de múltiples conexiones que se reconectan ilimitadamente.
“La antropología de la infancia demuestra día a día el avance indecoroso del goce de la imagen en detrimento del goce corporal creacionista y gestual. La alineación por la imagen genera la vaporosa reproducción de lo mismo, en una realidad actual que tiende a ser el campo en el cual donde las nuevas generaciones producen lo infantil”
El azaroso mundo infantil se juega en la pantalla que un adulto programó, configuro y definió anticipadamente prefigurando la respuesta, la creencia y el desarrollo del juego, alejándola cada vez mas de la espontaneidad e improvisación (Levin, 2006)
Esta realidad fugaz y solitaria de los niños, nos plantea un corrimiento del cuerpo vivido, hacia el universo de la imagen virtual, pero entonces ¿dónde queda el cuerpo? ¿Cuál es el impacto de la realidad informática tecnológica y visual en la construcción del esquema corporal? ¿Como se produce el proceso de apropiación en la infancia, en el marco de una sociedad tecnológica e individualista?

La imagen sin cuerpo en la infancia
En la era virtual, el cuerpo es vivido como un obstáculo para conectarse a la red tecnológica. Para funcionar en el plano virtual el cuerpo debe escindirse suprimiendo la experiencia corporal, anulando otros canales de percepción sensorial y privilegiando la percepción visual. “La imagen del cuerpo se desprende del esquema corporal, de su anclaje en él, para liberarse en el ciberespacio” .
En el cuerpo inmovilizado frente a la pantalla, sin la experiencia real, se genera en la infancia una imagen disociada, esquizoide, con respecto a lo corporal. El niño ve imágenes pero no experimenta, imagina pero sin sentir, ya que ve y piensa aisladamente del cuerpo. De esta manera, la imagen corporal sin sustento de la experiencia corporal, se torna una máscara inmóvil, inquebrantable, sintética e inalterable, que lejos está de la representación del propio cuerpo del niño.
“La imagen corporal ya no es el fruto de la puesta en escena del cuerpo infantil, sino por el contrario, son creadas por fuera de él” ¿Qué posibilidades hay para la apropiación del Esquema corporal a partir de una imagen virtual de si mismo? La imagen bidimensional anula la experiencia significativa creando la representación de un cuerpo no vivido, incontorneable y artificial. Este esquema no consolidado, bloqueado por representaciones estáticas e inmutables, puede llegar a inhibir el funcionamiento psicomotor y se dan a ver en el lugar del síntoma.
“Los síntomas corporales actuales de los niños van desde problemas de atención, enfermedades a repetición sin causa aparente, estrés infantil, depresión, anorexia, bulimia, violencia, entre otros nos demuestran como el sufrimiento se liga y enlaza dramáticamente con la imagen del cuerpo” .
La pantalla no da lugar a la experiencia corporal, generando angustia y displacer que se ligan en el cuerpo en forma de síntoma. Los niños no pueden nombrar la angustia, por lo que la viven actuándola en el cuerpo y la motricidad. Según Levin el síntoma corporal que aqueja a los niños en la actualidad puede ser considerado como un intento de restitución experiencial, una forma de habitar el cuerpo.
T.O: Un espacio para reconquistar la experiencia corporal
Implica emprender una relación terapéutica donde el niño se encuentre con “otro”, con nuevas formas de interacción, que den lugar a un encuentro con su cuerpo y consigo mismo más allá de la pantalla. En primera medida para este tipo de acercamiento, se necesita de un adulto dispuesto a hacer experiencia junto con el niño, habitando el cuerpo ambos (TO y paciente). La re-conquista de lo corporal devendrá de implicarse en el hacer: hacer-con el cuerpo, hacer-con los materiales y hacer-con otros significativos. En este hacer deberán buscarse significados propios, múltiples, para que el niño logre apropiarse de cada acto, cada gesto, cada expresión de su cuerpo. La actividad por excelencia en la infancia es el juego y el espacio de T.O puede revalorizar el jugar, la actitud lúdica y la experiencia de exploración, abriendo camino al cuerpo abierto al mundo real, con todas sus incertidumbres, miedos y dudas que el niño deberá sortear.
En conclusión, ante un mudo arrasado por la pura percepción visual, el TO puede abrir otros canales de percepción anulados por la pantalla que generen en el niño satisfacción y goce más allá de lo virtual. Esto implica generar actividades que permitan ampliar la experiencia sensorial, posibilitar el ser mirado por otros y no por máquinas, recuperar otros lenguajes, generar acciones en los materiales, etc. Teniendo el juego y la actividad como medio el TO puede ampliar la experiencia corporal, lo cual permitirá reconstruir las imágenes corporales por otras nuevas, en movimiento, imágenes propias y ancladas en la vivencia del propio sujeto.
BIBLIOGRAFIA
FLORENCIA DONAYO. Esquema Corporal. Apunte de Cátedra Psicología del Desarrollo.
FRANCISCO BOHÓRQUEZ, LUIS JARAMILLO E COLOMBIA. El diálogo como encuentro. Aproximaciones a la relación profesional de la salud-paciente. [En línea]Disponible en:
LEVIN, ESTEBAN, (2008). La imagen corporal sin cuerpo: angustia, motricidad e infancia. Revista Intercontinental de Psicología y Educación, (10 enero-junio). [En línea] [11/11/2009] Disponible en:
LEVIN, ESTEBAN (2007). ¿Hacia una infancia virtual? La imagen corporal sin cuerpo. 1ª Ed.1ª Reimp. Buenos Aires: Nueva Visión.
BALCELLS, JORGE Y MUÑOZ, ANA MA. (1976). Para una pedagogía integral vivenciada Programa de trabajo. Barcelona:
MOLINAS DE RONDINA, JUANA. Lo Corporal. Apunte de cátedra Problemáticas Psicológicas. [En línea] Disponible en:

jueves, 26 de noviembre de 2009

CUERPO FALTANTE

Materia: Problemáticas Psicológicas
Carrera Terapia Ocupacional – UNL- 2009
Monografía de las Alumnas: Pucheta, Vanesa, Suau, Ma. Sol, Valladares, Ma. Isabel, Vargas, Eliana, Zulpo, Sabrina

CUERPO FALTANTE

Casos:
- MGG es un hombre de 38 años que ha sufrido una amputación traumática del miembro superior izquierdo en un accidente de tráfico. Inmediatamente después del accidente, fue trasladado al hospital, donde le fue realizada una amputación supracondílea, con la intención de dejar un muñón funcional para la posterior protetización, ya que había sido una amputación sucia. No presentó otras lesiones de interés.
Desde el punto de vista psicológico no presenta ningún trastorno cognitivo. Emocionalmente, se encuentra ligeramente ansioso por “todo lo que ha ocurrido” y porque no sabe hasta qué punto va a recuperar su estatus anterior al accidente. No está deprimido, aunque refiere que, a veces, se siente desmoralizado e inútil y cree que no va a ser capaz de adaptarse al uso de la prótesis. Sin embargo, parece estar motivado para la protetización. Tiene estudios superiores y buenas habilidades de afrontamiento, personales y sociales. Su actitud ante el tratamiento es de confianza, cooperación y participación.
- Para Betty (47) y Marcelo (48), papás de Augusto, ha quedado ya muy lejos aquel agosto del 2005, momento en el que los médicos del Hospital Notti les dieron la desafortunada noticia de que su pequeño de 10 años tenía un osteosarcoma (cáncer de hueso) a la altura de la rodilla derecha y que la solución más propicia ante este problema era la amputación de la pierna.
Cuando el pequeño volvió a casa ya tenía lista una habitación remodelada a sus necesidades en la planta baja de la propiedad y a sus cinco hermanos dispuestos a ayudarlo.
Pero grande fue la sorpresa de la familia al recibir la negativa de Augusto de mudarse de la planta alta y a la de pretender que sus hermanos lo ayudaran en algo.
"Al principio me deprimí un poco, no te voy a mentir, porque no podía moverme mucho. Encima, me habían conseguido unas muletas de madera, que son terribles, después vinieron las de aluminio, que son más livianas, y por último los bastones, que son buenísimos", explicó Augusto.
Fue en el 2006 cuando el Hospital Notti y la Fundación Niños y Cáncer de Chile invitaron a Augusto a formar parte de un contingente de chicos en tratamiento oncológico que viajaría a un centro de esquí en Chile.
"Cuando me invitaron no quería ir, me parecía aburrido, pero las enfermeras insistieron con que iba a hacer algo que no había hecho nunca, y eso me llamo la atención", relató el pequeño.
De este modo, Augusto se acercó al esquí, y desde ese momento, participó en estos viajes que se realizan cada año.
A través de Fundavita, el complejo de esquí Las Leñas, en Malargüe, les dio la oportunidad de viajar a pacientes en tratamiento oncológico del Notti.
Obviamente, a este viaje Augusto no faltó, e incluso incentivó a otros niños a participar.
Allí, el instructor del club de esquí de Las Leñas, al ver la destreza del pequeño sobre la tabla, no dudó en advertir al complejo sobre el potencial del pequeño y en lanzar la idea de entrenarlo para participar en los Juegos Paraolímpicos Londres 2012.
Para Augusto, lo primero que tienen que aprender los niños que sufren este tipo de enfermedades es a ser valientes.
"¿Qué les diría a los chicos que tienen o tuvieron lo mismo que yo? Primero, que no tengan miedo; después que no tengan vergüenza, que caminen siempre con la frente alta y que no se dejen tratar como discapacitados, que no vean esto como un castigo ni se queden llorando, que lo asuman como algo natural, algo que tenía que pasar y no queda otra que aceptarlo", concluyó el niño.
- En una gran sala de reuniones de un edificio de la zona occidental de Freetown en Sierra Leona, Kadiatu Fofanah permanece en su silla de ruedas mientras explica porqué no tiene piernas.
“Me atacaron en 1999”, narra. “Y me cortaron ambas piernas”.
Madre de nueve hijos, Fofanah es una de las víctimas del prolongado conflicto en Sierra Leona, la guerra que comenzó en 1991 y llegó a su fin en 2002.
Todos quienes rodean a Fofanah son amputados. Hay muchos hombres, mujeres y niños en la sala, todos con el terrible legado del largo conflicto en Sierra Leona. Se cree que miles de civiles sufrieron la amputación de sus extremidades en manos del rebelde Frente Unido Revolucionario, durante su campaña contra el gobierno del Presidente Ahmad Tejan Kabbah.Cerca de Fofanah, se ve a un niño sin manos y con una pierna amputada hasta la rodilla. Junto a Fofanah, se sienta otra mujer, quien posa su única pierna sobre el piso.
Entre sillas de ruedas y muletas se forma una línea de hombres. Ninguno tiene manos. La sala de reunión se encuentra en un sitio para amputados en Hastings, en la zona occidental de Freetown, uno más de los 30 lugares de este tipo que existen en el país.
“Buenas noches hermanos y hermanas”, dice una voz por el micrófono. Todos responden. Ahí es cuando son presentados al Presidente del Banco Mundial, Paul Wolfowitz. Se los describe como un grupo de personas que ha resultado afectado más que ningún otro por el largo conflicto.
Es el primer día de Wolfowitz en Sierra Leona. Y, mientras él camina por la sala y saluda a las personas, éstas cuentan su historia. El amputado Mustapha Koroma, de 60 años, escucha con atención a su colega mientras éste presenta su caso al Presidente del Banco Mundial, Paul Wolfowitz, en nombre de los amputados de Sierra Leona.
El amputado Mustapha Koroma, de 60 años, escucha con atención a su colega mientras éste presenta su caso al Presidente del Banco Mundial, Paul Wolfowitz, en nombre de los amputados de Sierra Leona.
Bai Kamara es alto. Se puede ver claramente su brazo izquierdo, que termina en el codo, mientras cuenta cómo fue usado como escudo humano por parte de rebeldes durante el conflicto. Cerca de Kamara y en silla de ruedas se encuentra Christopher Johnson. “Me dispararon. Me dispararon cuatro veces. Soporté cuatro disparos y eso me dejó paralizado”, señala Johnson. “El disparo que me postró pasó a través de mi columna vertebral y por eso quedé paralizado hasta hoy“.
“Estoy en una silla de ruedas desde 1999, cuando la rebelión golpeó Freetown”.
“Fue un 23 de enero de 1999, cuando uno de los rebeldes entró a la casa y dijo que todos saliéramos, o algo similar. Y nosotros… estábamos asustados y nos negamos a salir…abrieron fuego y recibí cuatro disparos que dañaron mi columna; perdí a dos de mis sobrinos y a otros parientes”.
“A pesar de todo, ahora estoy estudiando y en septiembre cursaré mi último año en la escuela superior; espero asistir a la universidad”.
Johnson hizo un llamado. Tiene un mensaje que dar al mundo.
“Como estudiante y en nombre de los niños y amputados heridos, pido becas para los niños, para ayudar a pagar la escuela”.
“Los niños no van a la escuela porque, como pueden ver, sus padres son discapacitados y no tienen de dónde sacar ingresos; sentados les resulta imposible enviar a sus niños a la escuela.
“Creo que si fueran a la escuela, al terminar podrían ayudar a sus padres, ahora discapacitados. Algunos de nuestros padres piden limosna en las calles. Si van al centro los viernes, podrán ver a muchos amputados pidiendo limosna para el pan diario. Esto no es fácil”.
Es un punto que también apoya Bundu Kamara, sentado cerca. Tiene un vendaje blanco que cubre un muñón, todo lo que le queda de su mano izquierda.
“Si salen a la calle el viernes, encontrarán a muchos de nosotros pidiendo limosna”, cuenta. “Ayúdenos a sobrevivir y ayuden a nuestros hijos para que vayan a la escuela y reciban medicamentos”.
“El sufrimiento que ustedes cargan no dura horas o días, sino el resto de la vida”, sostuvo Wolfowitz.
-El fútbol de amputados, en Argentina, nació en Paraná, en el mes de julio de 2001, aquí se formó la Asociación Entrerriana de Futbolistas Amputados (AEFA), desde allí y con celeridad se realizo la primera convocatoria de futbolistas de todo el país.
En Noviembre, de 2001, Argentina participó por primera vez del Mundial realizado en la ciudad de Niteroi, Brasil, obteniendo un notable 5° puesto, obviamente quedando en lo más alto de la competencia.
Ya en 2003, se compitió en el Certamen Sudamericano, realizado en la ciudad de Maringá, Brasil, donde el elenco nacional obtuvo el primer puesto y quedando mas que satisfechos y con vistas a un futuro inmediato por demás alentador.
-Cuando era profesor de filosofía en las clases que daba, me gustaba jugar con la nada. Yo jugaba con la nada, ya que era mi forma de rebelarme a la dictadura ideológica que buscó dominar a El Salvador. Siempre cuestioné a la nada y milité del lado del ser. Hasta que la nada explotó. Una bomba terrorista colocada en mi casa al mediodía del 5 de abril de 1989 me arrancó partes del ser de mi cuerpo. Quedé con vida. Veinte días después desperté en el hospital. Inmovilizado en una cama, lo primero que oí fue a un doctor decirme que me había cortado lo menos posible. Vi mi brazo derecho mutilado. Varios días después me convencí de la parálisis de mi brazo izquierdo.
La nada se instaló en mí. Una mano que ya no estaba, un brazo que estaba, pero que no respondía. Ausentes los dos. El cuerpo era, pero con la nada en él. No es una distracción filosófica. Yo vivo ahora con la nada. Mi cuerpo es consciente de la nada que me acompaña. La bomba me volvió un discapacitado mayor. Inauguró una relación del yo con mi cuerpo transformado. Pero la nada me hizo estar más consciente del ser. Yo no soy un cuerpo completo, soy con ausencias. Sin embargo estoy claro del valor de la vida.
Tiemblo ante la vida. En mi condición de Embajador de El Salvador en Ginebra (1990-1996) encargado de la política salvadoreña sobre derechos humanos ante la Oficina Europea de las Naciones Unidas, me empleé a fondo en ese universo como víctima del terrorismo. Pero el más alto honor que tuve, fue el estar en esa ciudad cuando se iban a dar debates importantes sobre los derechos humanos de los discapacitados
Aún juego con la nada. Creo que si no me hubiera reído de las nadas que hay en mi cuerpo, todo hubiera sido más difícil. Me reí la primera vez que no pude alcanzar las cosas con mi brazo derecho; como continúo riéndome cuando mi brazo izquierdo es torpe, dejando caer las cosas, botando vasos o tazas en la mesa.
También sé ser serio, guardo una alegría ceremonial cuando las personas me saludan con la mano izquierda. En Ginebra me saludaban así los delegados que conocían los dolores de las guerras. Me imagino que ellos saben de la nobleza de la nada. Celebro la verdad del ser que soy en su transformación con la nada. Siendo en un cuerpo con ausencias, la nada me ha manifestado el valor de la vida. Vuelvo a militar por el ser, reforzado con la luminosidad de la discapacidad.
- Tony nació sin brazos debido a los estragos de un medicamento recetado por orden médica a su madre durante el embarazo. El medicamento "Talidomide" debía calmar los efectos de nausea del primer semestre de embarazo, pero sus efectos dejaron un terrible saldo.
Lo llevaron al área de Los Ángeles desde Nicaragua para colocarle brazos artificiales. Él los utilizo hasta que tenía diez años de edad, y él dispuso de no usarlos más. "No me sentía cómodo," explicó, "yo podía hacer mucho más con mis pies."
Tony veía a su papá tocar la guitarra y sintió el gran deseo de poderla tocar también, hasta que un día su papá puso la guitarra en el suelo. "Tony", dijo, "anda a lavar los pies". Se los lavó y se sentó a tocar la guitarra por primera vez. Nunca dejó que su condición física le desanimara, y con mucho esfuerzo y práctica, aprendió a tocarla magistralmente con los dedos de sus pies.
Tony empezó a tocar en misa y en conferencias, hasta que lo vio alguien que trabajaba en la organización de las actividades para la visita del Papa a Los Ángeles en 1987. Tony fue seleccionado para cantarle al Papa y a los jóvenes, y allí ocurrió el famoso encuentro. Tony le cantó una linda canción a Juan Pablo II titulada, Never Be the Same (Nunca ser igual). Al terminar, el Santo Padre, emocionado, no pudo contenerse, saltó del escenario y se llegó a donde Tony para abrazarle. Para Tony, como para nosotros, la vida jamás sería igual.


El uso de las extremidades es fundamental para muchas de las actividades que desempeñan los seres humanos, la disfunción de las mismas puede conllevar una limitación o pérdida de independencia en todas las áreas de desempeño. Esta pérdida afecta a la autoestima y la motivación y muchas veces impone cambios importantes en los roles. Como así también provoca cambios patológicos en la imagen y la conciencia corporal. Como la representación sensitiva de la extremidad se mantiene en el cerebro una vez que se ha amputado, la sensibilidad de la parte que falta (sensibilidad o miembro fantasma) puede desencadenarse o reforzarse por las aferencias sensitivas procedentes de cualquier otra parte del cuerpo. El individuo puede experimentar sensaciones dolorosas (dolor en el miembro fantasma), como hormigueos, compresión, ardor o calambres. La percepción de un miembro fantasma demuestra la existencia de un esquema corporal mental que persiste incluso tras perder su correlato real.
“Las percepciones en general no son la mera absorción de estímulos que permiten reproducir la realidad, son aprehensiones cargadas de significaciones que escinden el suceso fisiológico del proceso psicofísico.”
El sólo hecho de ver el muñón suele producir un fuerte impacto. Una vez superado este primer choque, suelen aparecer sentimientos de indefensión, abatimiento, pesimismo, amargura, impotencia, depresión, angustia, ansiedad e ira. Sin embargo, la reacción emocional de cada persona depende de diferentes factores, como por ejemplo, la naturaleza del suceso, la función corporal afectada o la afectación estética. La gravedad de la amputación no es, necesariamente, el factor más importante; las habilidades de afrontamiento, las características de personalidad, el contexto social, las características del medio, los recursos económicos y los intereses vocacionales, a veces son aspectos más relevantes.
Posiblemente no pueda compararse la reacción de una persona que ya nace con una malformación, con la de un mutilado de guerra, o con la de un hombre que ha sufrido un accidente, o con gente mutilada por el terrorismo. Pero el dolor o el sufrimiento físico siempre se manifiestan de manera violenta, de improviso, como una invasión e interrupción de la vida cotidiana, y, muy frecuentemente, destroza las relaciones familiares y sociales por el sentimiento de la incapacidad y la indignidad frente a los otros. Los que sufren son y experimentan lo mismo: la necesidad de conceder un sentido a esa situación, la necesidad del apoyo y comprensión de los que aún se mantienen sanos y felices.
El cuerpo es una realidad psicosomática, y mas allá, el cuerpo individual es también un cuerpo social, dando mayor relevancia a distinguir el cuerpo que se tiene: cuerpo vivo, del cuerpo que se es: cuerpo vivido.
La forma como se vive el propio cuerpo en salud, enfermedad, en discapacidad y en expectación de la muerte es una experiencia personal e intransferible. Los conocimientos de la medicina se refieren por lo general solo al cuerpo vivo (la anatomía, fisiología, histología, etc., es decir el cuerpo en tanto conjunto de estructuras, funciones e integraciones), pero el paciente “es un individuo es un que significa en forma personal su enfermedad y su relación con el terapeuta de quien solicita atención al cuerpo vivido” . El cuerpo vivo es motivo de exploración, el cuerpo vivido se devela a través de la narrativa.
El dolor es "un hecho personal, encerrado en el concreto e irrepetible interior del hombre" y para comprobar la intensidad del dolor de otro sería necesario convertirse en ese otro.
El sufrimiento amenaza la identidad, y puede llegar a transformar al individuo que lo padece en perfecto desconocido para los demás. Quien sufre no puede incorporarse con espontaneidad a los placeres y alegrías de los demás; suele reconcentrarse en sí, prestando una atención exclusiva al propio cuerpo cuya omnipresencia aniquila cualquier otro interés más allá de los síntomas.
Pero si el cuerpo sólo puede actuar con el síntoma, queda a merced de éste, destinado a un comportamiento escindido. Responsabilizarse por la sensación, hacerse cargo de ella, es permitirle una expresión coherente en la conducta. Esto a través de sus capacidades adaptativas y recursos internos para así enfrentar las adversidades de la vida. Cada persona encuentra diversos modos de encontrar significado a su experiencia de “cuerpo faltante”, como ser, en estos casos, el sentido del humor, reconocer la gracia de lo imperfecto, el otro lado del sufrir, que acabamos por integrar en la vida de forma positiva, o la fórmula religiosa vivida como vinculación, dependencia, confianza en alguien que responde de nosotros, y además el aprendizaje de habilidades sociales y resolutivas de problemas, así como de destrezas útiles, y el convencimiento de tener algún tipo de control sobre la propia vida.
La experiencia del “cuerpo faltante” puede significar la decisión de una voluntad, de ofrecer lo más valioso de sí, bien para integrarse en la comunidad de los que han experimentado lo mismo, bien para ofrendar por amor algo verdaderamente costoso. Tanto en uno u otro caso son fruto de la libre aceptación de la persona. Transformar esta experiencia en un mecanismo constructivo depende del significado que el hombre le confiera, y la representación que cada persona se hace de su cuerpo depende simultáneamente de su historia personal y de la representación que el cuerpo haya alcanzado en un contexto social y cultural.
Es propio del hombre que el sufrimiento sea para él una desgracia donde se pierde por entero, donde desaparece su dignidad, o, por el contrario, que sea una oportunidad en que se revele en él otra dimensión: la del hombre sufriente, o que ha sufrido, pero que observa el mundo con claridad. Esta actitud tiene que ver con la idea de una transformación del dolor en experiencia iniciática, ya que el sufrimiento tiene cierta capacidad creativa.

CONCLUSIÓN
Es evidente que el hombre sufre de modos diversos, y la intensidad del dolor varía en razón al sentido que pueda encontrarse a esta experiencia y el significado del dolor depende también de la visión y el significado que cada persona tenga de su cuerpo.
En los pocos casos que aquí se presentan se pueden evidenciar las distintas maneras de afrontar la experiencia del “cuerpo faltante”; la cual está directamente influenciada por una multiplicidad de factores, como ser la personalidad de quien la padece, sus valores, su capacidad de resiliencia, el modo de presentarse la “falta”, congénita o adquirida (cabiendo distinguir dentro de ésta última las diferentes formas, ya sea por accidente, terrorismo, guerra, enfermedad), el contexto social, político, cultural, la situación económica, las redes de apoyo, la formación académica.
En estas vivencias de “cuerpo faltante”, la representación corporal entra en crisis, un cuerpo que habiendo sido familiar, se hace desconocido, que habiendo sido manejable, se torna difícil, incomprensible. Pero el lugar de las pérdidas es también el de la posibilidad de nuevos encuentros, de respuestas creativas a las crisis.
El desafío estará entonces en no creer que se termina la vida sino que simplemente cambia. Es decir, no pensar la situación como una limitación u obstrucción, sino como una puerta abierta a nuevos horizontes.

BIBLIOGRAFÍA:
- Bergoña Polonio Lopez. “Terapia Ocupacional en discapacitados físicos: teoría y práctica”. Editorial Médica Panamericana. Páginas 177- 178.
- Crepeau; Cohn; Schell. “Willard & Spackman. Terapia Ocupacional.” 10ma edición. Editorial Médica Panamericana. Páginas 796, 800.
- Le Breton, David. “Antropología del dolor”. Apunte de cátedra de Optativa II: Problemáticas Psicológicas.
- Rondina Juana A. Molinas de. Apuntes de cátedra de Psicología del Desarrollo. “Etapa infantil: período infantil propiamente dicho. La Resiliencia”.
- Malachevsky, Jorge. Apuntes de cátedra de Psicología del Desarrollo. “Esquema Corporal”. Monografía de pasante Donayo Florencia.
- Antropología Médica. El cuerpo humano. Capitulo 9. Miguel Kottow.
- Editorial Mediterráneo.2005

WEBGRAFÍA:
- http://elsolonline.com.ar/noticias/viewold/joven-amputado-mendocino-esquia-e-intentara-ir-a-los-paraolimpicos.
- http://www.deisidro.com/amputados/carta_02.htm
- Kesselman, Susana: “El pensamiento corporal”, Paidós, Barcelona, 1990 (Síntesis y reelaboración). www.problematicaspsicologicas.bñogspot.com
- www.tonymelendez.com/biografia.

jueves, 12 de noviembre de 2009

lo corporal:el cuerpo como comunicador, vehículo de emociones



Lo corporal

Susana Kesselman: “El pensamiento corporal”, Paidós, Barcelona, 1990

(Síntesis y reelaboración )

En los últimos años el papel del cuerpo se ha transformado, como la Cenicienta....Durante décadas subordinado a la plenificación del alma, se ha convertido en su amo y Señor. Pero nuevamente se comete el error de separar y subordinar.....El cuerpo es el lugar donde se expresa la conducta, y aún más es el lugar donde todas las conductas son posibles. Pero la conducta humana tiene múltiples disfraces y se da simultáneamente en todas las manifestaciones de la que el ser humano es capaz, ( concepto de las áreas de la conducta)

El cuerpo adquiere a través de los sentidos, adquiere un potencial de conocimiento, una posibilidad de aprendizaje...

Las sensaciones son el disparador de la conducta en las tres áreas. Si tenemos la capacidad de ser receptivos, estar presentes, la sensación se integra, no queda aislada, no se refugia estérilmente como síntoma. Por ej este dolor de espalda de la posición incorrecta o de tensión, entendido se acepta, se revierte. Si lo niego se transforma en irritación constante (A1), termina generando una malformación( A2), o se descarga en malhumor sobre otros ( A3) Quizás procuraba frenar con la espalda lo que no pude rescatar para expresar en palabras: “este trabajo no me agrada, ya no puedo más”....

Si el cuerpo solo puede actuar con el síntoma queda a merced de éste, destinado a u comportamiento escindido....Responsabilizarse por la sensación, hacerse cargo de ella, es permitirle una expresión coherente en la conducta. Algo tan obvio como sentir cansancio y permitirse descansar, necesitar más tiempo y poderlo pedir en palabras y no entorpeciéndose no siempre es accesible....

El miedo a hacerse responsable de la sensación, a no saber qué hacer con ella escapa, a veces, a nuestra conciencia...Por otro lado el incremento de la sensibilidad es la apertura al dolor, a la pérdida de control, a sentirse vulnerable.. Pero es el primer paso imprescindible: no podemos deshacernos de una tensión o malestar que no sentimos y reconocemos.

“Siento las piernas pesadas”- comenta una embarazada a su amiga. Y la otra, para no ser menos, contesta: yo, me siento fofa e hinchada, y ni siquiera estoy embarazada.

Estas mujeres, hablan de algo más que sus cuerpos, hablan de su manera de sentirlo, de su modo de vivirlos. Este vivirse corporalmente está relacionado con multiplicidad de sensaciones integradas en una representación simbólica de nuestro Esquema Corporal...

Sensaciones que provienen de los sentidos más ortodoxos( vista, oído, olfato, gusto, tacto) como de otros menos conocidos: (sensaciones térmicas, de tono, dolorosas, viscerales, vinculadas al movimiento, a la presión, al peso.

También sensaciones que provienen de otros cuerpos van construyendo esa representación: la caricia o el rechazo, la mirada, la postura. Así como vivencias de las vicisitudes de la historia corporal: accidentes, dolores, etapas de la libido, zonas con estimulación particular, quedan inscriptas en su Imagen Corporal. Es la representación de la aventura de nuestro cuerpo.

Cuando esta representación entra en crisis, por ej. en el fenómeno del miembro fantasma, en una mastectomía, en la aparición de arrugas y canas, en la postración forzosa, los cambios puberales, encontramos un cuerpo que habiendo sido familiar, se hace desconocido, que habiendo sido manejable, se torna difícil, incomprensible.

Se movilizan entonces, las ansiedades básicas ante toda situación de cambio:

-ansiedad confusional: indiscriminación, no se percibe con claridad, faltan claves

-ansiedad persecutoria: el cuerpo se siente peligroso, se teme lo desconocido

-ansiedad depresiva: tristeza por el cuerpo que fuimos y ya no está.

Pero el lugar de las pérdidas es también el de la posibilidad de nuevos encuentros, de respuestas creativas a las crisis. La historia de nuestras vivencias, el modo de enfrentar nuestras crisis van constituyendo”la novela corporal”. Es un aspecto de la novela personal y de la familiar, que refleja la aventura del cuerpo y su representación. Libro de lectura de los bloqueos, de las disfunciones, de los síntomas, de las posturas, disritmias e indiscriminaciones, de las recriminaciones y consejos, de la indiferencia y de las buenas intenciones. Es la posibilidad de palabra que tiene el cuerpo

Lo corporal es residencia en que se alojan los mitos familiares y las leyendas a cumplir en los destinos de cada sujeto. Desde esta idea, cada cuerpo encubre y descubre una leyenda corporal destinada a difundir los mitos familiares corporales que suelen quedar testimoniados en fotos, comentarios, predicciones.

“ Cuando era bebé era tan lindo...” ¿Explicará esto la dificultad de crecer?

“Tiene el cuerpo del abuelo: será enorme como él” ¿ Elogio o designio terrible?

“Mirá esta foto, parecías una nena, tan limpito, peinadito” ¿Cómo deben ser los varones?

Podemos preguntarnos qué mitos familiares arrastramos, realizando espirales imaginarios en nuestros movimientos. Quizás aparezcan imágenes de tensiones, distorsiones, mandatos, zonas olvidadas, secretos viscerales, modos de caminar, dormir, reir, llorar, capacidad para tocar a otros o dejarnos tocar sin temor, permiso para el placer.....

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Schilder en sus estudios sobre el cuerpo reconoció distintos conceptos que no son idénticos pero si mutuamente interrelacionados:

- Esquema corporal: término neuropsicológico, imagen tridimensional del propio cuerpo, gestald de las proyecciones corticales de la sensorialidad

-Imagen corporal: término que pertenece al registro de lo imaginario, su base es afectiva, depende de la evolución libidinal y agresiva, de sus vicisitudes, experiencias, fijaciones. Su función es estabilizadora, envuelve y delimita aunque está en ajuste permanente. Su plasticidad se evidencia especialmente en los cambios súbitos como los puberales o mutilaciones, en las distorsiones hipocondríacas o en la sensación de extrañeza o fragmentación de estados severos.

- El cuerpo social: desde una perspectiva antropológica fenomenológica el cuerpo es el vehículo de “ser- en el mundo”, centro de los cambios relacionales afectivos entre individuos. Allí el cuerpo propio se muestra, encubre, expresa, oculta, en un continuo intercambio con los otros. En la adolescencia actual es evidente la alta presión social normativa, todo la discusión corporal parece centrarse en diferenciarse del otro (especialmente del adulto y de los exogrupos) y a la vez buscar un parecido reasegurador con los otros (miembros del propio grupo) a través de signos corporales, como vestimenta, peinado, tatuajes, ritmo corporal, posturas.

A lo largo de la vida son frecuentes conductas de expresión somática: el cuerpo en sus distintos sistemas (digestivo, respiratorio, piel, etc.) y a través de las necesidades fisiológicas (alimentación, eliminación, sueño) puede manifestar dificultades, encontrar un medio de relación con los otros ya sean reales o fantasmáticos ((imágenes parentales) o mantener defensas sobre pulsiones sexuales o agresivas que aún no se pueden manejar.

El cuerpo propio también puede ser un objeto transicional, a mitad de camino entre objetos externos e internos y ser investido de amor como en el narcisismo secundario o agresivamente como en las autoagresiones, intentos suicidas, fobias dismórficas.

Textos de Le Breton




David Le Breton, Antropología del dolor, Barcelona, Seix Barral, 1999, 287 págs.

http://www.ucm.es/info/especulo/numero15/a_dolor.html

Revista Espéculo: Reseñas, críticas y novedades
Reseña de Pilar Vega Rodríguez, Universidad Complutense

Esta obra es continuación de la serie iniciada con Antropologie du corps et modernité (1990) en que el autor estableció las perspectivas y útiles necesarios para abordar una interpretación global del pensamiento contemporáneo a la luz de la antropología. El cuerpo humano, opina Breton, es un objeto de análisis privilegiado y la lectura antropológica un instrumento iluminador de las diversas áreas del trabajo humano. Des visages (1992), sobre los significados del rostro, o La Char à vif (1993), acerca de los usos médicos del cuerpo humano, han representado sucesivos acercamientos a la interpretación antropológica que culmina en Antropologie de la douleur (1995), donde se enfrenta el problema de la relación defectuosa del ser humano con su cuerpo, esto es, el dolor. Breton, profesor de Sociología y Antropología en la universidad de Estrasburgo enfoca este tema desde la metodología de Simmel y Mauss, orientación que le permite cifrar en el cuerpo humano toda una encrucijada de significaciones en las que es posible aprehender la construcción social y cultural de una realidad irrefutable como es el dolor.
. Dolor y sufrimiento
Uno de los planteamientos iniciales de la carta Salvifici Doloris (SD) es la discriminación entre sufrimiento físico y moral, respectivamente el dolor del cuerpo o del alma, distinción que Breton repone en terminología médica en los conceptos de "pain" y "suffering". Siendo el dolor una experiencia común, solidaria, tema universal que acompaña al hombre a lo largo y ancho de la geografía (SD,2) junto con la muerte, pues el sufrimiento es siempre humano aunque también conozcan el dolor los animales; tal vez, porque el dolor "manifiesta a su manera la profundidad propia del hombre y de algún modo la supera. Solamente el hombre cuando sufre sabe que sufre, y se pregunta la razón de este dolor del mismo modo que se plantea el significado del mal: "Ambas preguntas son difíciles cuando las hace el hombre al hombre, los hombres a los hombres como también cuando el hombre las hace a Dios" (SD,9). Aún más, podría decirse que esta pregunta sólo puede dirigirse a Dios, concluye Juan Pablo II: "El hombre puede dirigir tal pregunta a Dios con toda la conmoción de su corazón y con la mente llena de asombro y de inquietud; Dios espera la pregunta y la escucha" (SD, 10). De manera que el sufrimiento parece pertenecer a la trascendencia del hombre; es uno de esos puntos en los que el hombre está en cierto sentido destinado a superarse a sí mismo, y de manera misteriosa es llamado a hacerlo" (SD,2).
Simultáneamente, se trata también un hecho situacional, aislable en un sujeto que lo padece pero modalizado por la "materia social, cultural, relacional" que impregna ese sufrimiento. Siempre se manifiesta de manera violenta, de improviso, como una invasión e interrupción de la vida cotidiana, y, muy frecuentemente, destroza nuestras relaciones familiares y sociales por el sentimiento de la incapacidad y la indignidad frente a los otros.
Así pues, el dolor es "un hecho personal, encerrado en el concreto e irrepetible interior del hombre" y el sufrimiento, una experiencia incomunicable. Por esto, André Le Breton censura el organicismo dualista de nuestra tradición occidental que reduce el dolor a una mera sensación relativa a la maquinaria del cuerpo. Nada más falso, añade Le Breton, que la ponderación objetiva de esta experiencia, como demuestran los experimentos de medición de los umbrales de dolor. Para comprobar la intensidad del dolor de otro sería necesario convertirse en ese otro. No pertenece sólo a la terapéutica. Afirma Juan Pablo II: "El sufrimiento humano es mucho más vasto, mucho más variado y pluridimensional. El hombre sufre de modos diversos, no siempre considerados por la medicina, ni siquiera en sus más avanzadas ramificaciones. El sufrimiento es algo todavía más amplio que la enfermedad, más complejo y a la vez más profundamente enraizado en la humanidad misma. Una cierta idea de este problema nos viene de la distinción entre sufrimiento físico y sufrimiento moral" el sufrimiento respectivo, del cuerpo o del alma". El hombre que sufre aparece envuelto en un misterio intangible que debe provocar el respeto de los demás. Su padecimiento siempre será incomunicable. "Sufrir es sentir la precariedad de la propia condición personal, en estado puro, sin poder movilizar otras defensas que las técnicas o las morales" explica Bretón. Y la Salvifici Doloris precisa aún más: ¿cuándo se sufre? Cada vez que la persona experimenta el mal de cualquier género que sea. Como es lógico, esta respuesta mueve a la subsiguiente pregunta por la naturaleza del mal. El mal sería así una ausencia, falta o distorsión del bien."El hombre sufre a causa de un bien del que él no participa, del cual es en cierto modo excluido o del que él mismo se ha privado. Sufre en particular cuando debería tener parte -en circunstancias normales- en ese bien y no lo tiene"(SD, 7) Y podría añadirse, parece innegable que la intensidad del dolor varía en razón al sentido que pueda encontrarse a esta experiencia. Los que sufren son y experimentan lo mismo: la necesidad de conceder un sentido a esa situación, la necesidad del apoyo y comprensión de los que aún se mantienen sanos y felices. Encontrar el sentido del dolor es la cuestión urgente de todo aquel que sufre. ¿Para qué el dolor? y ¿por qué yo? ¿por qué soy yo el que sufre? Esta pregunta (SD, 7) no sólo acompaña al sufrimiento sino que constituye, en ocasiones, el núcleo de este sufrimiento.

. ¿Para qué puede servir el dolor?
No existe en nuestro organismo ningún sentido especializado en la detección del dolor dado sufrimos en todo nuestro cuerpo, en nuestra psique, en nuestra sensibilidad. Así pues, el dolor no es una función orgánica sino la consecuencia de la lesión de una función, aclara Le Breton. Queda ahora por examinar si este fenómeno cumple alguna misión de utilidad en la subsistencia corporal, indagación que desemboca de nuevo en la frustración. En algunos casos el dolor avisa del peligro o riesgo, o en otros de la enfermedad, pero no siempre ni de modo inmediato. Incluso en algunos enfermos (personas insensibles) es silenciado por un desajuste entre lesión y sufrimiento, o padecen el dolor sin una causa patológica (hipocondríacos). Entonces ¿para qué puede servir el dolor desde el punto de vista orgánico? ¿por qué existe entonces? Le Breton ofrece algunas propuestas.
En primer lugar, para algunas personas el sufrimiento supone un camino de "acceso al ser", un modo de "instalarse físicamente en el mundo". Es el caso de los enfermos de hipocondría que configuran una identidad provisional al vivir su cuerpo como mundo primario, o de los "histéricos" para quien el dolor físico es trasunto del dolor moral por el que esperaban haber logrado el amor y la compasión. La afectación del dolor al núcleo íntimo de la persona, su violencia, su irracionalidad parecen exigir la comprensión y el afecto de los "otros", los que aparentemente no sufren.
Pero sucede que el sufrimiento amenaza nuestra identidad, y puede llegar a transformarnos en perfectos desconocidos para los demás, especialmente en los casos de sufrimiento crónico. Quien sufre no puede incorporarse con espontaneidad a los placeres y alegrías de los demás; suele reconcentrarse en sí, prestando una atención exclusiva al propio cuerpo cuya omnipresencia aniquila cualquier otro interés más allá de los síntomas: dolor agudo, ansiedad, extrañeza a las costumbres habituales, temor al diagnóstico, etc. "El hombre sufriente ya no es el mismo, pero se le suele considerar a la luz de sus comportamientos pasados. Se le reprocha ese cambio sin considerar circunstancias atenuantes" (190) Incluso se llega a poner en duda la intensidad de su sufrimiento o su buena voluntad para cooperar al restablecimiento, situación que hace aún más intolerable el padecimiento del doliente. "La solidaridad inicial se transforma en desconfianza, y a veces en rechazo" (191) Las opciones del doliente, aclara Le Breton, varían entre la ocultación del mal, el aislamiento, o el chantaje afectivo con la mercancía del dolor. En este sentido convendría recordar la frase de René Lariche: "Sólo hay un dolor fácil de soportar, y es el dolor de los demás".
Por esto, algunas personas generan la profusión de sufrimiento con el que pueden llegar a erguirse como subjetividad ante los otros. Sin él les sería imposible existir, afirma Breton: "para colmar una deuda infinita de la infancia o de otra época, o mantener su lugar en el seno de un sistema relacional donde el dolor es la moneda de cambio" (232). De este modo, "pagando el precio de la pena, la privación, la aprehensión", se "satisface en parte la defensa de sí mismo, evita exponerse a una situación que le sería aún más amarga". Son estos los casos en que la enfermedad (real o imaginaria) es rentabilizada como sucedáneo de la compasión y la necesidad de la socialización: "De manera implícita, en la palabra sufriente se expresa una demanda de amor, una llamada a estrechar los vínculos afectivos" (176).Aún más, "numerosas observaciones demuestran que la solicitud de la eutanasia nace de la renuncia vital de un enfermo cuyos últimos días carecen de significado, privado del reconocimiento de los otros, enfrentado a la indiferencia y la reprobación del personal sanitario, sin que su dolor sea tenido en cuenta lo bastante. Nada otorga valor a una existencia que el enfermo considera residual y hasta indigna. La compañía sin embargo, arrancando al individuo de la soledad, desactiva el deseo de morir y restablece el valor de la existencia" La muerte es una experiencia dura pero humana que consuma el curso vital y vincula de modo más estrecho a cuantos se ven afectados por ella. Así pues, la muerte ha de ser vivida con el mismo valor que el resto de la vida. Porque "sólo el rostro de un allegado permite habitar con gusto las últimas horas de la vida manteniendo el valor del mundo" (pág. 40). En el alivio del miedo que experimentan los enfermos participan de manera decisiva tanto los profesionales de la sanidad como los familiares de los enfermos.
"El acompañamiento, la escucha, la capacidad de contener la ansiedad, la acogida por los terapeutas o la familia de la palabra sufriente, ejercen un efecto de apaciguamiento del dolor. En tal contexto, a veces, para aliviar al enfermo bastan dosis mínimas de antálgicos. por el contrario, el abandono, la soledad, atizan el fuego de un dolor que traduce un intenso sufrimiento, un grito dirigido a los allegados o a los terapeutas, última señal de una voluntad de existir" (94).
Por esto mismo, tal vez sólo la fórmula religiosa sea capaz de otorgar un significado al dolor, especialmente si entendemos religión como vinculación, dependencia, confianza en alguien que responde de nosotros. Desde esta perspectiva puede ser comprensible que la ofrenda del dolor, en muchos casos, alcance el significado de una ofrenda de amor, de búsqueda de la socialidad, de anhelo de pertenencia a una comunidad, como en los ritos de iniciación de algunos grupos por los que los jóvenes son incorporados hasta la dignidad y honor de sus mayores. Es decir, el dolor puede significar la decisión de una voluntad, de ofrecer lo más valioso de sí, bien para integrarse en la comunidad de los que han experimentado lo mismo, bien para ofrendar por amor algo verdaderamente costoso. Tanto en uno u otro caso son fruto de la libre aceptación de la persona.
Pero si el dolor puede obedecer a la libre ofrenda del amor, también puede utilizarse como instrumento de dominación del otro por la tortura, el suplicio y la humillación, muchas veces más horribles que la amenaza de muerte. El dolor ha sido administrado como castigo, memoria de la sanción en los proyectos educativos del pasado. En cualquiera de estos casos se manifiesta como poder, capacidad e imperio, ya que "El dominio sobre el cuerpo es el dominio sobre el hombre, su condición, sus valores más queridos" (247). Esta es la explicación tal vez de los castigos ejemplares ejecutados por la justicia penal del pasado (y del presente).
Sin embargo, aún ante el sufrimiento impuesto, que no puede evitarse, cabe transformar esta experiencia en un mecanismo constructivo. Recuerda Breton:"El dolor es una punción de lo sacro, porque arranca al hombre de sí mismo y lo enfrenta a sus límites, pero se trata de una forma caprichosa, que hiere con inaudita crueldad. Sin embargo, si permanece bajo el control moral o si es superado, ensancha la mirada del hombre, le recuerda el precio de la existencia, el sabor del instante que pasa. Todo depende del significado que el hombre le confiera. Si suprime el gusto de vivir cuando golpea, opera el efecto contrario en cuanto se aleja. Es una llamada al fervor de existir, un memento mori que devuelve al ser humano a lo esencial".
4. ¿Hacer frente al dolor?
Por lo que acabamos de decir, parece evidente que uno de lo modos de paliar el dolor, de aliviarlo es atribuirle un sentido, al vencer el miedo que nos inspira. Para ello, es imprescindible poder nombrarlo. La práxis médica demuestra que no hay nada que atemorice más a los enfermos como el sufrimiento que proviene de causas desconocidas. De ahí que el diagnóstico, en especial para los enfermos crónicos, facilite la asunción del dolor.
En segundo lugar, darle un significado. Comprender el sentido del dolor es comprender también el sentido de la vida. Pero este significado depende en cada caso de la existencia individual que lo padece y de los arquetipos de la cultura. Es innegable que el dolor participa hasta cierto punto de una construcción social. Breton se detiene en ejemplos elocuentes acerca de la exteriorización del dolor que se espera según las diferentes sociedades. "Aunque el umbral de sensibilidad es semejante para el conjunto de las sociedades humanas, el umbral dolorífero en el cual reacciona el individuo, y la actitud que éste adopta a partir de entonces están esencialmente vinculados con la trama social y cultural. Frente al dolor, entran en juego tanto la concepción del mundo del individuo como sus valores religiosos o laicos y su itinerario personal" (137). De manera que "La relación íntima con el dolor no pone frente a frente una cultura y su lesión, sino que sumerge en una situación dolorosa particular a un hombre cuya historia es única incluso si el conocimiento de su origen de clase, su identidad cultural y confesión religiosa dan informaciones precisas acerca del estilo de lo ue experimenta y sus reacciones". Por eso, considera un error la indiferencia de ciertos profesionales de la medicina hacia las circunstancias peculiares -orígenes sociales y culturales, etc.- del enfermo. Probablemente no pueda compararse la reacción de un mutilado de guerra ante la pérdida de uno de sus órganos, con de un obrero que ha sufrido un accidente laboral. Para el primero, perder un miembro es recibir el honor y salvar la vida. Para el segundo, significa la ruina, la violencia, el abandono.

El significado del dolor depende también de la visión y el significado que cada persona tenga de su cuerpo. Pero ¿cómo ve el individuo la imagen de su cuerpo? La representación que cada persona se hace de su cuerpo depende simultáneamente de su historia personal y de la representación que el cuerpo haya alcanzado en un contexto social y cultural según ha mostrado. Además "Un mismo individuo no tiene una relación constante con su dolor. Las circunstancias la hacen variar como se ha visto: se distrae enfrascándose en una actividad absorbente, o lo olvida al ser súbitamente reclamado para una tarea imprevista o por preocupaciones que reclaman toda su atención. El dolor se acentúa si no se piensa más que en él, si el individuo se deja disolver en su tormento. El significado que se otorga al hecho doloroso, el estado de ánimo que reina en tal o cual momento, son las matrices que dan forma al sentimiento del dolor" (183)
En este sentido, Breton pide a los facultativos que traten a los pacientes desde un patrón teórico de lo que debería suceder. "No hay una objetividad del dolor, sino una subjetividad que concierne a la entera existencia del ser humano, sobre todo a su relación con el inconsciente tal como se ha constituido en el transcurso e la historia personal,las raíces sociales y culturales; una subjetividad también vinculada con la naturaleza de las relaciones entre el dolorido y quienes lo rodean" (94-95) Por esta razón, lamenta que sea el significado médico el que se haya impuesto en nuestra sociedad occidental lo que le mueve a solicitar una medicina en colaboración, que tome en cuenta la participación del enfermo en el diagnóstico de la enfermedad, "hacer del dolor un simple dato biológico es insuficiente en la medida en que su humanización es la condición necesaria para que se presente a la consciencia, y porque entre una realidad espacio temporal y otra, los hombres no sufren del mismo modo ni en el mismo momento" (138)

El control personal, mediante el recuerdo de los momentos propicios, el distanciamiento, el raciocinio, una especie de orientación estoica de la voluntad es el principal remedio que la antropología puede ofrecer a la experiencia del dolor. "El estoico permanece inalterable ante las situaciones dolorosas puesto que entre su persona y las inclemencias del mundo erige la omnipotencia de su decisión. Perder el control del acontecimiento es perderse a uno mismo, ya que el acontecimiento es un pretexto para la voluntad personal... Nada concierne tanto al ser humano como su disposición interior, de la cual es único amo señor" (96). "El dolor es sacralidad salvaje ¿Por qué sacralidad? Porque forzando al individuo a la prueba de la trascendencia, lo proyecta fuera de sí mismo, le revela recursos en su interior cuya propia existencia ignoraba. Y salvaje, porque lo hace quebrando su identidad. No le deja elección, es la prueba de fuego donde el riesgo de quemadura es grande. Es propio del hombre que el sufrimiento sea para él una desgracia donde se pierde por entero, donde desaparece su dignidad, o, por el contrario, que sea una oportunidad en que se revele en él otra dimensión: la del hombre sufriente, o que ha sufrido, pero que observa el mundo con claridad" (274). Esta actitud tiene que ver con la idea de una transformación del dolor en experiencia iniciática, tal como lo describe en su diario la escritora Katherine Mansfield. Convertir el dolor en un desafío de la dignidad humana cuya victoria consiste en su aceptación.

Hay que someterse. No resistas, ¡acógelo! Haz de tu dolor una parte de tu vida. Todo aquello que aceptamos verdaderamente de la existencia sufre una transformación. De ese modo, el sufrimiento tiene que convertirse en amor. Ahí está el misterio. Debo pasar del amor personal a uno mayor... ¡Ahora soy semejante a un hombre a quien han arrancado el corazón, pero soporta! En el mundo espiritual como en el mundo físico, el dolor no dura eternamente... Si el sufrimiento no es reparadora medicina, quiero volverlo tal (Le journal, p. 316-317)
La Salvifici Doloris aporta una visión similar: "En el sufrimiento está como contenida una particular llamada a la virtud que el hombre debe ejercitar por su parte. Ésta es la virtud de la perseverancia al soportar lo que molesta y hace daño. Haciendo esto, el hombre hace brotar la esperanza, que mantiene en él la convicción de que el sufrimiento no prevalecerá sobre él, no lo privará de su propia dignidad unida a la conciencia del sentido de la vida. Y así, este sentido se manifiesta junto con la acción del amor de Dios, que es el don supremo del Espíritu Santo. A medida que participa de este amor; el hombre se encuentra hasta el fondo en el sufrimiento: reencuentra el alma que le parecía haber perdido a causa del sufrimiento (SD, 23). De manera que el sufrimiento tiene cierta capacidad creativa. Puede regenerar el bien de aquel que padece, del mismo modo que el sufrimiento de Cristo ha creado el bien de la redención, esto es, de la liberación definitiva del mal: no ya sólo la muerte física sino la muerte eterna: "en el misterio de la Iglesia como cuerpo suyo, Cristo en cierto sentido ha abierto el propio sufrimiento redentor a todo sufrimiento del hombre. En la medida que el hombre se convierte en partícipe de los sufrimientos de Cristo -en cualquier lugar del mundo y en cualquier tiempo de la historia- en esa misma medida, a su manera completa aquel sufrimiento, mediante el cual Cristo ha obrado la redención del mundo" (SD, 24).
Según esto, el dolor no es un fin en sí mismo. Pero cabe hacer algo con el dolor, que de una manera u otra se manifiesta en nuestra vida. Del descubrimiento de este carácter creador del bien, salvífico del mal en el propio ser y en los demás, deriva la capacidad no ya de no dejarse destrozar por él sino de aceptarlo con alegría.
Finalmente, Le Breton realiza un interesante análisis acerca de lo que el dolor pueda significar en nuestra sociedad contemporánea, en absoluto familiarizada con la idea de que la vida pueda aparejar dolor. Los avances en la investigación biomédica han erradicado el dolor y molestias de muchas enfermedades, pero también han dado lugar a la cronicidad de muchos otros sufrimientos que, antiguamente, no hubieran tenido oportunidad de manifestarse. Baste pensar la facilidad con que nos sometemos a la cirugía, y la relativa facilidad con que paliamos sus molestias gracias a los antálgicos. Sin embargo, hace menos de cien años muchos dolores cotidianos resultaban irremediables, y las intervenciones quirúrgicas sólo se afrontaban en casos de vida o muerte. Es decir, "el dolor estaba integrado en la economía de la vida". El umbral de tolerancia del dolor era relativamente alto dado que se aceptaba como algo inexorable que afectaba o podía afectar a cualquiera en cualquier momento. Todavía en medios populares o menos favorecidos, por ejemplo, la legitimidad de la queja llega cuando el dolor hace imposible el trabajo. Sucede esto porque para estos grupos humanos el sentido de la vida no lo justifica el bienestar sino la ocupación en la tarea profesional, la esencia misma del existir personal y familiar (167).
Por el contrario, la vida que se lleva al abrigo de toda adversidad contribuye a volver penoso el más ínfimo tropiezo, a falta de una cultura del dolor permanentemente reanimada por la relación con el mundo circundante (162) En nuestro días el dolor es un sinsentido absoluto, aún más inexplicable que el de la muerte. Así se traduce la irrupción de lo "peor que la muerte" en una sociedad que ya no integra el sufrimiento ni la muerte como hipótesis de la condición humana" (206). Parece razonable liberarse de las obligaciones impuestas por el dolor, aunque ello cueste la pérdida de la independencia", es decir, de la autonomía y dignidad Menos sentido se encuentra aún al padecimiento del dolor que podría ser evitado.
Así pues, concluye Le Breton, despojar al dolor de todo significado supone dejar al ser humano sin recursos, hacerlo vulnerable. Aunque parezca al hombre el acontecimiento más extraño, el más opuesto a su conciencia, aquel que junto a la muerte le parece el más irreductible, el dolor no es sino el signo de su humanidad. Abolir la facultad de sufrir sería abolir su condición humana. La fantasía de una supresión radical del dolor gracias a los progresos de la medicina es una imaginación de muerte, un sueño de omnipotencia que desemboca en la indiferencia de la vida (perder el dolor es también perder el placer y el gusto de la vida y precipitarse en el hastío).



«Antropología del cuerpo y modernidad» David Le Breton Ed.: Nueva Visión

David Le Breton sostiene que las representaciones sociales fijan al cuerpo con un enfoque determinado en el seno del simbolismo general de una sociedad: ¿qué es lo que hace del cuerpo un tema privilegiado de prácticas, discursos e imaginarios en las Sociedades Modernas?
El autor tomando el cuerpo como hilo conductor, nos proporciona una perspectiva antropológica de la modernidad en su conjunto y de la medicina en particular. Antropología del cuerpo, antropología del presente, este libro establece relaciones comparativas entre las características que se le ha otorgado al cuerpo en diferentes culturas y tiempos, comparación e historia para apreciar desde un ángulo insólito, entendimiento social y cultural que se encuentra en el corazón de la medicina moderna y en los ritos sociales, así como en la preocupación actual por la salud, la apariencia y el bienestar corporal. El cuerpo, más allá de una realidad en sí mismo, es una construcción sociocultural: «nada es más inaprensible que el cuerpo, que nunca puede ser reducido a un dato indiscutible», como dice David Le Breton (1995: 14), visto que las representaciones del cuerpo y los saberes acerca de él son tributarios de un estado social, de una visión de mundo y, dentro de ésta última, de una definición de persona
Para David Le Breton "el hombre occidental tiene, en la actualidad, el sentimiento de que el cuerpo es, de alguna manera, algo diferente de él, de que lo posee como a un objeto muy especial (...) la identidad de sustancia entre el hombre y su arraigo corporal se rompe, de manera abstracta, por esta singular relación de propiedad: poseer un cuerpo. La fórmula moderna del cuerpo lo convierte en un resto: cuando el hombre está separado del cosmos, separado de los otros y separado de sí mismo"
En ese mismo sentido, en el marco de la vida cotidiana moderna el cuerpo además de constituirse en un resto, de cosificarse, también se desintegra, pues inscripto en la trama infinita y rutinaria de los procedimientos cotidianos el cuerpo se fragmenta y funcionaliza en tanto cuerpo-mano, cuerpo-ojo, cuerpo-boca, cuerpo-sexo, cuerpo-órgano, etc. Perdiéndose –de este modo– la dimensión de la integralidad y la unidad de la experiencia corporal.
De ahí que el cuerpo –en general– se encuentre ausente de la conciencia del ser humano en el marco de la vida cotidiana. Este borramiento y olvido del cuerpo, este proceso de invisibilización y disgregación del soporte físico en el marco cotidiana, genera una dualidad, una disociación frente a la experiencia corporal, pues en estas condiciones la conciencia del arraigo corporal sólo la otorgan los períodos de tensión del individuo: "un dolor fuerte, el cansancio, la enfermedad, un miembro fracturado, (...) la separación del ser amado" Así mientras la experiencia del placer tiende a ser vivida con familiaridad, naturalidad y a incluir la presencia, por el contrario, la experiencia del dolor, del cansancio, se vive siempre con una sensación de extrañeza, de desasosiego existencial, pues descentra al sujeto, arrojándolo fuera de sí, expulsándolo de los desplazamientos prescritos por la liturgia de lo cotidiano.

miércoles, 21 de octubre de 2009

VIVIR CON SIGNIFICADO

"Ay de aquel que ya no veía una meta en su vida delante suyo, cuya vida ya no tenía contenido, no descubría un fin en ella, se le esfumaba el sentido de su existencia... Tales personas que de esta manera ya no tenían a qué aferrarse, se dejaron caer enseguida. La contestación típica con la que enfrentaron a todos los argumentos para darles ánimo, era siempre: ‘Yo ya no tengo nada que esperar de la vida’." (Viktor Frankl, "El hombre en busca de sentido").

.V. Frankl- creador de la Logoterapia- plantea que el hombre es un incansable buscador de sentido. Muchas veces esta búsqueda de sentido puede surgir de la curiosidad ante lo incomprensible, de la limitación o insatisfacción de la vida en sí misma Para Frankl el término ‘logos’ se define como ‘sentido’ y ‘espíritu’ se refiere a la voluntad de descubrir y satisfacer la necesidad profundamente humana de vivir una vida con sentido El modo más sano de iniciar la búsqueda de sentido consista en palpar el valor de la vida, y maravillarse del hecho de existir
La Logoterapia, señala que ser persona, es una condición biopsicoespiritual, y significa sobre todo la facultad de ir más allá de todos los condicionamientos porque lo esencial y más valioso de la existencia humana se encuentra en su propia autotrascendencia. La autotrascendencia es la capacidad de salir de uno mismo para volcarse a una tarea concreta que realizar, a una persona a quien amar o incluso para entregarse a un sufrimiento inevitable
Cuando esta sensación de falta de sentido toma por completo la vida de una persona podríamos estar frente a la depresión noógena(espiritual) La misión del logoterapeuta es ensanchar el campo de visión..., ‘levantar la lámpara’ para que el paciente pueda ver y ampliar su horizonte de sentido.."Hay un sentido que late en nuestro futuro esperando por nuestra realización pues nosotros viviremos una sola vez y nadie puede sustituirnos en esta tarea”
Desde las distintas corrientes de Psicoterapia Cognitiva se sostiene que el aspecto más característico de la experiencia humana es la búsqueda y construcción de significado. El significado de los acontecimientos siempre es una construcción individual, consistente en un “paquete” que incluye distintas dimensiones: emotiva, cognitiva, evaluativa, y siempre termina remitiendo a una percepción específica del mundo, de si mismo frente al mundo, y de lo esperable, en términos de anticipación, de futuro
El significado personal está conectado con un modo de significar, propio de la organización unitaria que el sujeto ha ido construyendo durante el curso de su desarrollo maduracional. Esta organización de significado personal es un proceso ( no una entidad), es la forma, la modalidad o la manera de procesar la experiencia conocimiento, una especie de clave interpretativa para comprender la realidad, de carácter esencialmente dinámico, instrumentos explicativo hipotético también para el Terapeuta.
La corriente Cognitiva Postracionalista (Guidano) explora diversas organizaciones de Significado y el modo en que se han construido- y pueden ser reconstruídas en situaciones vinculares. En la Organización de Significado de corte Depresivo (OSD) la persona no se siente atendida, no tiene soporte emotivo, lo que aparece ligado a circunstancias históricas de ausencia o pérdida La OSD presenta la tendencia a responder a cualquier evento de la vida en la forma de desamparo y desesperanza, ya que organizan la trama de estos eventos en términos de pérdida, desilusiones o fracasos. El significado personal aquí está centrado en el sentido de soledad, y está organizado en un circuito recurrente de esquemas emocionales que oscilan entre el desamparo y la rabia; y luego, el ordenamiento explícito o consciente, en términos de una imagen negativa de sí mismo y de una atribución de causalidad interna, global y estable. Tiñe de un color oscuro toda la vida e interfiere severamente en las relaciones afectivas, laborales o sociales. Los pensamientos negativos en la OSD son generalmente acerca de una o más de tres áreas: visión negativa de uno mismo, del mundo y del futuro. Esto se conoce como la tríada cognitiva (Beck)
Cuando adquiere el carácter de Trastorno del estado de ánimo, invade globalmente la forma como se interpretan los distintos eventos que ocurren en la vida cotidiana. Por ejemplo, si en un restaurante el mozo se demora en atenderlo, la persona piensa que lo considera de menos categoría que los demás clientes, y piensa que no la quieren en su trabajo si alguien ignora celebran algún logro o cambio. Lo que caracteriza este esquema de pensamiento es que la persona está convencida de que su “desgracia” es permanente, engloba su vida entera y no tiene forma de controlarla. Piensa que tiene la culpa porque algo anda mal en su interior, porque tiene una falla interna. Y, por el contrario, cuando obtiene un logro personal, como una buena calificación o éxito en un negocio, lo atribuye a la buena suerte u otro factor externo, jamás a su habilidad ni a su inteligencia. Vive acumulando supuestos o reales fracasos, en una especie de profecía autocumplida, aterrada frente a posibles catástrofes
Esta manera de procesamiento emocional cotidiana va a gatillando sentimientos y emociones como tristeza, rabia, miedo, frustración, desesperanza. Se siente desvalorizado, con su autoimagen por el suelo y encima culpable de lo que le pasa e incapaz de encontrar soluciones o producir un cambio en su vida. Lo peor es que todo esto es acumulativo hasta terminar en crisis.
¿ A que se debe esta forma permanentemente negativa de procesar los eventos? Es un estilo que comienza a construirse en la infancia, se consolida en la adolescencia y se refuerza en la vida adulta Habitualmente estas personas han tenido padres que no se preocuparon demasiado de ellas, lo que las ha llevó a construir esta actitud como de rechazo, como que ellas no merecían ser queridas ni apreciadas. O bien, fueron demasiados absorbentes y nunca le permitieron tomar decisiones, hasta transformarlo en un ser inseguro, incapaz de confiar en sí mismo, necesitado del apoyo de alguien para funcionar sin deprimirse, para iniciar ocupaciones, para alcanzar metas. Seligman propone su Modelo del Desamparo Aprendido para explicar esa sensación de carecer de control frente a las dificultades, darse por vencido por la creencia global de impotencia, de ineficacia
Estas personas tienden a contemplarse a sí mismos y sus relaciones desde una óptica negativa, a recluirse, experimentan falta de motivación, ante cualquier propuesta se preguntan ¿para qué? Su modo de procesar les hace recortar la parte negativa de los sucesos, son muy sensibles a la crítica o desatención, su frustración les impide recibir ayuda o rescatar lo positivo
Suelen registrar oscilaciones en el humor( tristes- eufóricos) en la comunicación ( parcos- verborrágicos) en la actividad (pasivos- activos), asociadas a oscilaciones en la autoestima, cuya construcción es insuficiente y dependiente de hechos u opiniones ajenas.
Estos modo de interpretar la realidad y de vivenciar emocionalmente tiene impacto sobre el funcionamiento ocupacional. Si predomina la sensación de que todo control es externo,“ nada depende de mí”, no logra tomar decisiones ni planificar o resolver. Si tiene una visión desesperanzada del futuro le abruma el miedo al fracaso, se pierde sentido, no se discriminan intereses, nada produce placer. Los hábitos se desorganizan, las rutinas se lentifican, se pierden roles, habilidades para relacionarse y comunicarse con los demás

¿En qué consiste el trabajo de terapia? Canalizar esas emociones dolorosas, muchas veces en forma automática, y que le dan la sensación de que está literalmente predestinado a fallar en todo. Se procura facilitar el proceso de autoobservación y reflexión, generar ocupaciones y tareas concretas que promuevan la revisión de las construcciones Se procura explorar y ampliar la forma que tienen de interpretar y de construir los eventos de su vida. La meta es ir descubriendo juntos, los acontecimientos concretos que provocan construcciones estereotipadas. El terapeuta ayuda a abrir puertas a un futuro en el que la historia dominante (depresiva) se diluya ante la llegada de pequeñas e insignificantes historias o acontecimientos que generen relatos encaminados a un futuro libre, sin rechazar la historia del individuo, ni del sistema en el que desarrolla su existencia (individual, familiar, social y cultural). Esto significa prestar más atención a los recursos que a los déficits, lo que supondrá, inicialmente cierto distanciamiento (que no olvido) de los diagnósticos médicos y psicológicos tradicionales, funcionar como "consultores" de personas competentes, más que como terapeutas, para crear un discurso y un efecto de esperanza y eficiencia. El modelo cognitivo-conductual parte de las características de la organización de la personalidad, de los modos y formas del pensamiento y de modelos experimentales como la indefensión aprendida. En el modelo relacional toman sentido diversas pautas interaccionales y comunicacionales como "el interés cuidador" del cónyuge sano, las relaciones conyugales incongruentes (víctima / victimario), describiendo el sistema familiar como caracterizado por escasos intercambios interactivos con el exterior, y dentro del propio sistema, las escasas interacciones, consistentes fundamentalmente en actitudes punitivas o de reproche.
Todas estas explicaciones de la depresión son precisamente eso, aproximaciones y construcciones teóricas e hipotéticas de lo que observamos. “El riesgo de estas visiones es la posibilidad de que se conviertan en "realidades observables", rígidas y que anticipen las cualidades y cantidades medibles de aquello que tenemos ante nuestros ojos, confirmando nuestras visiones apriorísticas y dirigiendo nuestra actuación hacia intervenciones que enajenen a los pacientes de sus propias historias, así como de sus posibilidades de creación en el encuentro terapéutico de historias alternativas. Todo esto nos lleva a considerar la importancia de la relación terapéutica y de la coparticipación de paciente/familia y terapeuta en el encuentro terapéutico. Así co-construimos y co-diluimos múltiples tipos de depresiones diferentes, tantos como diferentes encuentros terapéuticos realizamos... “( Haze Duaso, 2001)

Ansiedad



La ansiedad alude a ese estado de perturbación en el cual nos descubrimos esperando un hecho, a veces incierto, con aprensión o miedo.
Normalmente es un poderoso aliado del Yo, ya que constituye la señal de alarma que dispara las conductas defensivas, para adaptarse y gestionar los conflictos vitales.Puede ser aguda, repentina como cuando oímos una frenada cerca, o crónica, como la preocupación por conservar un empleo exigente. Puede ser focalizada, referida a un objeto o situaciones específicas o generalizada e invadir la vida del sujeto.
Es la forma en que, basados en nuestras experiencias pasadas, aprendimos a reconocer situaciones de indefección
Desde un punto de vista adaptativo ha servido al hombre en toda su evolución movilizando sus recursos para las dos salidas posibles de la supervivencia: lucha o fuga. Pero estos recursos no parecen estar sincronizados con las condiciones de vida presentes, donde la angustia llega a destiempo, prematura o tardíamente, y donde existen otras posibilidades además de esas dos.

Las situaciones de indefección no están siempre determinadas objetivamente, aún circunstancias extremas como una catástrofe, pérdidas, mutilaciones, afectan de distinta manera a las personas. Su relevancia depende del significado que acordamos a las experiencias desde nuestro guión personal y familiar, por ej. para algunas personas puede ser más angustioso afrontar un examen que una cirugía
Las circunstancias que precipitan esa perturbación suelen vincularse a:
- una sensación de amenaza concreta o presentida, un peligro inminente
-la idea de no saber “donde está parado”, incertidumbre con respecto a lo que se espera de uno, no saber qué conducta elegir entre opciones incompatibles
-la impresión de “estar atrapados”, impotentes, sin salida
En general, son situaciones en donde nos vemos en peligro de perder la libertad, la seguridad de nuestra identidad y en desamparo. Cuando creemos que vivimos en un mundo hostil, nuestro umbral de peligro baja y encontramos cientos de amenazas y enemigos. Cuando nos sentimos queridos y evaluamos nuestros logros como satisfactorios nuestro umbral sube y es menos probable que percibamos injurias o amenazas o que de percibirlos no parecen tan importantes
Nuestro sentimiento de Identidad se sostiene en un conjunto de creencias y valores que nos permiten interpretar las experiencias otorgándoles significado. Se ha ido construyendo a lo largo de nuestra vida, en relación a los intercambios, expectativas y mandatos del guión familiar y de los paradigmas culturales.
En la juventud debiéramos redefinir ese guión en términos personales y pasar de la dependencia de patrones externos idealizados a la aprobación realista de nuestra propia conciencia. Si no es así necesitamos continuamente que el mundo, los otros significativos definan quiénes somos y así poder seguir existiendo, sentirnos aprobados, legitimados.
En ciertas familias y en general en el seno de una cultura exitista son tan extremos o idealizados los modelos de “cómo hay que ser” que se tornan inalcanzables sumergiendo a las personas en constante ansiedad o en la desesperanza.
Estilos cognitivos perjudiciales son los basados en las expresiones:
-tengo que... necesidad imperiosa de cumplir que lleva a la pérdida de libertad
-blanco o negro... soy perfecto o no sirvo, me aman o me odian, gano o pierdo
-Y si... anticipación negativa del futuro ¿y si mientras no estoy el nene se accidenta? Y si se me da por echarme a llorar o me bloqueo? ¿ Y si el avión se cae?

Además de las exigencias exististas se asiste en nuestra sociedad al creciente desmoronamiento de los modelos tradicionales de vida, a una violencia inusitada, a la escasa predictibilidad de un mundo en constante cambio. El stress ha pasado ha ser un estilo de vida de la cultura.
La ansiedad abarca sensaciones, emociones e ideas que van desde la incomodidad, la agitación, el miedo larvado hasta el terror y pánico manifiesto. Implican desde un estado de desorden intelectual hasta una fractura temporaria en la conducta que impide pensar con claridad, encontrar respuestas adecuadas.
Se expresa en las distintas dimensiones de la vida psíquica:
Angustia fisiológica: sobresalto, escalofrío, hormigueo, falta de aire, mareo, dolor en el pecho, taquicardia, sudoración, piernas flojas, malestar estomacal, diarrea
Ansiedad psicológica: inquietud, desasosiego, sensación de fatalidad, temor, necesidad de dependencia infantil, incomprensión ¿ qué me está pasando?
Miedo en el mundo exterior: fobias específicas a ciertos objetos o situaciones, como a los perros o a hablar en publico, o a toda situación que implique encierro y muchedumbre ( viajar en colectivo, ascensor, iglesia) a sentirse incapaz (pedir trabajo, examen) sentirse solo y desamparado(dormir solo, esperar)
La ansiedad se puede convertir en un estado de stress crónico donde se registra un estado de anticipación angustiada, de que el miedo o desamparo experimentados en el pasado volverán a repetirse, y eventualmente se perderá el control, se producirá un daño, una humillación o abandono. Es el miedo al miedo, basado en creencias infantiles y autodesvalorizantes.

lunes, 31 de agosto de 2009


“El que solo tiene
un martillo tiende a tratar a todo como clavo”
Maslow

Si bien es cierto que para poder comprender e intervenir es necesario construir modelos ...
no hay ni puede haber un modelo en terapia que de cuenta exhaustivamente de la complejidad de nuestra práctica

Surge así la necesidad de reflexionar sobre los modelos y paradigmas que fundan la practica cotidiana en la T. Ocupacional

" La práctica de la T.O está marcada por diferentes modelos y técnicas de intervención, modificados a los largo de su historia como consecuencia de las diferentes concepciones de hombre, salud, enfermedad y actividad, asumidas concomitamente por las ciencias que las sustentan....
Así es que, actualmente, enfrentándose con los conflictos generados por la coexistencia y convivencia de diferentes modelos en sus prácticas, los T.O. plantean cuestiones y discuten qué tipo de conocimiento es el de T.O., qué ciencia es, cuáles son los límites de su área de conocimiento. Inician así una discusión epistemológica, que, cuestionando los alcances, los valores y límites de las diferentes teorías en T.O., remite también a cuestiones de tipo más filosófico, llevan a pensar qué es el hombre, el mundo, los valores de su existencia, de su conocimiento, etc., pues en cualquier discusión epistemológica se plantea una decisión filosófica y antropológica" Heloisa Medeiros