miércoles, 21 de octubre de 2009

Ansiedad



La ansiedad alude a ese estado de perturbación en el cual nos descubrimos esperando un hecho, a veces incierto, con aprensión o miedo.
Normalmente es un poderoso aliado del Yo, ya que constituye la señal de alarma que dispara las conductas defensivas, para adaptarse y gestionar los conflictos vitales.Puede ser aguda, repentina como cuando oímos una frenada cerca, o crónica, como la preocupación por conservar un empleo exigente. Puede ser focalizada, referida a un objeto o situaciones específicas o generalizada e invadir la vida del sujeto.
Es la forma en que, basados en nuestras experiencias pasadas, aprendimos a reconocer situaciones de indefección
Desde un punto de vista adaptativo ha servido al hombre en toda su evolución movilizando sus recursos para las dos salidas posibles de la supervivencia: lucha o fuga. Pero estos recursos no parecen estar sincronizados con las condiciones de vida presentes, donde la angustia llega a destiempo, prematura o tardíamente, y donde existen otras posibilidades además de esas dos.

Las situaciones de indefección no están siempre determinadas objetivamente, aún circunstancias extremas como una catástrofe, pérdidas, mutilaciones, afectan de distinta manera a las personas. Su relevancia depende del significado que acordamos a las experiencias desde nuestro guión personal y familiar, por ej. para algunas personas puede ser más angustioso afrontar un examen que una cirugía
Las circunstancias que precipitan esa perturbación suelen vincularse a:
- una sensación de amenaza concreta o presentida, un peligro inminente
-la idea de no saber “donde está parado”, incertidumbre con respecto a lo que se espera de uno, no saber qué conducta elegir entre opciones incompatibles
-la impresión de “estar atrapados”, impotentes, sin salida
En general, son situaciones en donde nos vemos en peligro de perder la libertad, la seguridad de nuestra identidad y en desamparo. Cuando creemos que vivimos en un mundo hostil, nuestro umbral de peligro baja y encontramos cientos de amenazas y enemigos. Cuando nos sentimos queridos y evaluamos nuestros logros como satisfactorios nuestro umbral sube y es menos probable que percibamos injurias o amenazas o que de percibirlos no parecen tan importantes
Nuestro sentimiento de Identidad se sostiene en un conjunto de creencias y valores que nos permiten interpretar las experiencias otorgándoles significado. Se ha ido construyendo a lo largo de nuestra vida, en relación a los intercambios, expectativas y mandatos del guión familiar y de los paradigmas culturales.
En la juventud debiéramos redefinir ese guión en términos personales y pasar de la dependencia de patrones externos idealizados a la aprobación realista de nuestra propia conciencia. Si no es así necesitamos continuamente que el mundo, los otros significativos definan quiénes somos y así poder seguir existiendo, sentirnos aprobados, legitimados.
En ciertas familias y en general en el seno de una cultura exitista son tan extremos o idealizados los modelos de “cómo hay que ser” que se tornan inalcanzables sumergiendo a las personas en constante ansiedad o en la desesperanza.
Estilos cognitivos perjudiciales son los basados en las expresiones:
-tengo que... necesidad imperiosa de cumplir que lleva a la pérdida de libertad
-blanco o negro... soy perfecto o no sirvo, me aman o me odian, gano o pierdo
-Y si... anticipación negativa del futuro ¿y si mientras no estoy el nene se accidenta? Y si se me da por echarme a llorar o me bloqueo? ¿ Y si el avión se cae?

Además de las exigencias exististas se asiste en nuestra sociedad al creciente desmoronamiento de los modelos tradicionales de vida, a una violencia inusitada, a la escasa predictibilidad de un mundo en constante cambio. El stress ha pasado ha ser un estilo de vida de la cultura.
La ansiedad abarca sensaciones, emociones e ideas que van desde la incomodidad, la agitación, el miedo larvado hasta el terror y pánico manifiesto. Implican desde un estado de desorden intelectual hasta una fractura temporaria en la conducta que impide pensar con claridad, encontrar respuestas adecuadas.
Se expresa en las distintas dimensiones de la vida psíquica:
Angustia fisiológica: sobresalto, escalofrío, hormigueo, falta de aire, mareo, dolor en el pecho, taquicardia, sudoración, piernas flojas, malestar estomacal, diarrea
Ansiedad psicológica: inquietud, desasosiego, sensación de fatalidad, temor, necesidad de dependencia infantil, incomprensión ¿ qué me está pasando?
Miedo en el mundo exterior: fobias específicas a ciertos objetos o situaciones, como a los perros o a hablar en publico, o a toda situación que implique encierro y muchedumbre ( viajar en colectivo, ascensor, iglesia) a sentirse incapaz (pedir trabajo, examen) sentirse solo y desamparado(dormir solo, esperar)
La ansiedad se puede convertir en un estado de stress crónico donde se registra un estado de anticipación angustiada, de que el miedo o desamparo experimentados en el pasado volverán a repetirse, y eventualmente se perderá el control, se producirá un daño, una humillación o abandono. Es el miedo al miedo, basado en creencias infantiles y autodesvalorizantes.

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