sábado, 29 de noviembre de 2008

para la despedida....

“Pues a semejanza del árbol, nada sabes del hombre si expones su duración y lo distribuyes en sus diferencias.

El árbol no es semillas, después ta­llo, después tronco flexible, después madera muerta. No es preciso dividirlo para co­nocerlo. El árbol es esa fuer­za que lentamente desposa al cielo.

Así pasa contigo, mi hombrecito.

Dios te hace nacer, crecer, te llena sucesi­vamente de deseos, de pesa­res, de alegrías y sufrimien­tos, de cóleras y perdones, después te hace entrar en Él. Sin embargo, no eres ni ese escolar, ni ese esposo, ni ese niño, ni ese anciano.

Eres aquel que se realiza. Y si sabes descubrirte rama balan­ceada, bien pegada al Olivo, saborearás la eternidad en tus movimientos. Y todo alrede­dor de ti se hará eterno. Eterna la fuente que canta y ha sabido abrevar a tus pa­dres, eterna la luz de los ojos cuando te sonríe la amada, eterna la frescura de las noches. El tiempo no es un reloj que consume su are­na, sino un cosechador que ata su gavilla...”

Antoine de saint-exupéry (de Ciudadela)